Tres días después de la publicación del demoledor informe sobre los abusos sexuales de menores por parte del clero en Bélgica, la primera reacción oficial de la jerarquía católica del país fue ayer extremadamente tibia y decepcionante. El primado de la Iglesia en Bélgica, el arzobispo André Léonard, reconoció que se habían cometido "errores en el pasado" y prometió ahora "una disponibilidad máxima para las víctimas". Pero ni Léonard, ni los demás obispos, hicieron la más mínima mención a la adopción de castigos para los al menos 91 religiosos pederastas identificados que siguen vivos y tampoco manifestaron la posibilidad de indemnizar financieramente a las víctimas de los abusos.

Pese a la promesa del arzobispo de que a partir de ahora la Iglesia "escuchará" a las víctimas, tras décadas de ley del silencio y negación de los hechos, ni las asociaciones de víctimas de esos abusos ni sus representantes pudieron asistir a la conferencia de prensa, lo que supuso la primera decepción del día.

BUENAS PALABRAS El primado se mostró muy poco preciso sobre cómo piensa afrontar la Iglesia belga este gravísimo problema que mantiene conmocionado a todo el país y pareció darle la razón al título que dominaba la edición de ayer del diario conservador católico La Libre Belgique : "La Iglesia, sin brújula".

El único anuncio concreto de la Iglesia belga durante la comparecencia fue su proyecto de crear un centro "para la curación y reconciliación de las víctimas", que podría materializarse antes de Navidad. "Hay que escuchar sus preguntas para restablecer su dignidad y ayudarlas a curarse del sufrimiento que han soportado", indicó el arzobispo.

"De los errores del pasado, deseamos extraer las lecciones necesarias", señaló Leonard, pero no fue más allá. El primado también aseguró que desea colaborar de forma "correcta y leal" con la Justicia, pero hasta ahora la Iglesia belga ha hecho todo lo posible para impedir que los jueces pudieran investigar si las jerarquías eclesiásticas habían ocultado los abusos del clero.

ULTIMA VICTORIA Su última victoria fue lograr anular la validez de las pruebas obtenidas en los registros de la sede eclesiástica el pasado 24 de junio, ordenados por el juez Win De Troy. Leonard insistió en que la mayoría de los abusos recogidos en las 475 denuncias del informe Adriaenssens "son casos antiguos, que ya han prescrito" desde el punto de vista penal, ya que los más antiguos se remontan a los años 60. El arzobispo invitó a que los autores de abusos que aún no hayan prescrito "se denuncien ellos mismos".

Respecto al anterior obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, que abusó durante 13 años de su sobrino, Léonard indicó que espera que el Vaticano adopte una decisión sobre su futuro. Vangheluwe sigue gozando del rango de obispo y no ha sido objeto de ninguna penalización. El obispo de Tournai, Guy Arpigny, intentó diluir la responsabilidad eclesial en el tema y subrayó que los abusos sexuales no son un delito exclusivo de la Iglesia, sino que afecta a "todos los niveles de la sociedad".

Por otra parte, el sacerdote belga Eric Dejaeger, prófugo de Canadá por haber abusado de niños esquimales, se entregó a la policía en Lovaina. Dejaeger, que cumplió una condena en Canadá, vivía oculto en una casa de la abadía de Blanden y figuraba en la lista de pederastas más buscados de la Interpol.