La Archidiócesis de Dublín, la más grande y poderosa de Irlanda, encubrió durante décadas las agresiones sexuales de sacerdotes pederastas contra niños a su cuidado. La complicidad de la jerarquía eclesiástica con la policía, la justicia y otras autoridades irlandesas garantizó la impunidad de los implicados y contribuyó a que cometieran nuevos delitos. Cuatro arzobispos supieron de los abusos e hicieron todo lo posible por silenciarlos.

Tan devastadoras conclusiones figuran en el informe de 720 páginas presentado ayer en Dublín por el ministro irlandés de justicia, Dermont Ahern. Hace tan solo seis meses otro informe descubrió la magnitud y el horror de los abusos físicos y psicológicos ocurridos en las instituciones para menores, regentadas en Irlanda por órdenes religiosas. En aquella investigación también salió a relucir la complicidad entre la jerarquía católica y las grandes instituciones del Estado para encubrir el "abuso sistemático" de los niños.

Las indagaciones sobre la Archidiócesis de Dublín, resultado de tres años de trabajos de la juez Yvonne Murphy, se han centrado en las actividades de 46 sacerdotes entre 1975 y el 2004. Unas 450 víctimas han sido identificadas, aunque ni sus nombres ni los de los agresores aparecen en el documento (excepto los de 11 que ya han sido condenados), para no poner en peligro nuevas diligencias judiciales. En las 320 denuncias estudiadas, el porcentaje de las presentadas por varones es más del doble que el de las mujeres. "La máxima preocupación de los Arzobispos de Dublín al enfrentarse a casos de abusos sexuales a menores, al menos hasta mediados de los 90, fue la de mantener el secretismo, la de evitar el escándalo, proteger la reputación de la Iglesia y la preservación de sus bienes. Todas las demás consideraciones, incluido el bienestar de los niños y la justicia para las víctimas, fueron subordinadas a estas prioridades", señala el documento. El informe es muy crítico con la policía. Hicieron falta más de 20 años para procesar al primer sacerdote.

LAS VICTIMAS La investigación ha sido bien recibida por las víctimas. "Creo que este informe nos vindica y refrenda todo lo que hemos dicho sobre el encubrimiento, y sobre el hecho de que los pederastas pasaban de una parroquia a otra, donde se les permitía abusar de más niños", señaló Marie Collins, quien sufrió aquellas agresiones sexuales. La Iglesia, el Estado y la policía pidieron ayer perdón.