Escritor, periodista, miembro del equipo del programa de radio que dirige Carles Francino, Hoy por hoy de la Ser, Luis del Val, autor de textos finos y afilados que esparce por las ondas, desembarcó ayer en Badajoz. Aprovechando la emisión del programa desde esa ciudad, este diario pudo hablar con él sobre su último libro, la novela Afán de Gloria , en la que aborda la vida, la obra y los trasuntos de Ignacio de Loyola, a quien del Val califica como "uno de esos hombres excesivos que da España". Loyola pasó de soldado a varón de fe, de su falta de formación a las universidades y de aquellas a fundar la compañía de los jesuitas, desde donde tocó las sotanas a la Santa Inquisición.

--¿En qué se diferencia de sus otros libros?

--En que es la primera vez que me sumerjo en el Siglo XVI y en la novela histórica, lo que me ha llevado mucho tiempo de documentación y de preparación. Y mucho miedo a meter la pata. Con tanta información corres el riesgo de ser pesado, por eso luego había que olvidar y hacer una novela agradable de leer.

--¿Cómo llega al personaje?

--Iba a ser una película con contratos en Estados Unidos, pero se abandona el proyecto y me encuentro con un guión, gran conocimiento de la época y de un personaje de fuerza extraordinaria.

--¿Qué prevalece en él, el soldado o lo místico?

--Por una parte quiere emular al Gran Capitán, y por otra está el soldado convertido en hombre de fe. Lo persigue la Inquisición en Alcalá, en Salamanca y en la Sorbona. Y al ser español le cuesta ser reconocido, él y su obra, por un personaje napolitano que llegó a Papa, Carafa, que lo mira como los napolitanos a los españoles, como invasor, conquistador, enemigo. Pero siempre tiene Ignacio de Loyola algo de soldado. No funda una orden, funda una compañía y dice ser soldado de Dios. Su objetivo no era evangelizar, sino despachar a los musulmanes de Jerusalén.

--Pero la compañía se enfrenta a la iglesia.

--Los jesuitas son avanzados. Cuando a Ignacio le sobreviene la fe es un hombre de formación escasa; aprende latín a los 30 años y luego pasa por las universidad, era el mayor de los estudiantes, pero es respetado y siempre concita una especie de liderazgo.

--La novela nace del cine. ¿Volverá al cine? ¿La visualiza?

--Hay un guión de cine, y caro, como son los guiones históricos, pero en cine sería otra cosa, son dos maneras diferentes. Yo visualizo todas las novelas. He escrito teatro y veo actores en el escenario al escribir una escena, la vivo y la imagino, si no me lo puedo imaginar yo ¿cómo lo imaginará el lector?

--¿Como la recibió la crítica?

--Ha salido una crítica muy elogiosa en el ABC, lo que es un milagro con tantas novedades. Y recibo cartas de jesuitas y exjesuitas. Desde el punto de vista de la vanidad de escritor, bien.

--¿Tiene una conclusión o una reinterpretación de Ignacio?

--He escrito mi Ignacio, que quizás sea diferente al padre general, pero escribes la novela y ya no te pertenece. He intentado transmitir lo que yo creo que era el personaje, uno de esos personajes excesivos, como los hubo en Extremadura. A mí me parecen excesivos los que queman naves como Hernán Cortes, que dan la vuelta al mundo, o los que fundan conventos. Inglaterra y España son los que más personajes excesivos proporcionan a la historia del mundo.