Después de un año en el que descendieron las cifras de víctimas de violencia machista --hubo 55 asesinadas en el 2009, frente a las 76 del 2008--, este curso se ha vuelto a las dramáticas cifras de antaño: 21 mujeres han muerto --la última, una mujer de 24 años, falleció ayer mismo en Madrid--, cuando en idéntica fecha del año anterior la cifra era de solo 12. Un dato preocupante a ojos de un Ministerio de Igualdad que ayer, a través del delegado del Gobierno contra la violencia machista, Miguel Lorente, aseguró que todavía no podía hablarse de una tendencia y explicó qué había cambiado entre este momento y aquel.

SIN AVISO De las 12 muertas en el primer trimestre del 2009, el 45,5% habían presentado denuncia. Sin embargo, este curso solo denunciaron el 15,8%. ¿Por qué? "El dato refleja una minimización del riesgo, motivado en parte por el debate sobre la credibilidad de las mujeres. Si se lanza el mensaje de que las mujeres denuncian falsamente, se debilita la seguridad", dijo Lorente.

Se refería, por ejemplo, a Francisco Serrano, un juez de Familia de Sevilla que dice con asiduidad cosas como "las denuncias falsas por maltrato están provocando un genocidio de hombres", y denuncia un presunto "ataque visceral al hombre por el hecho de ser hombre". Este tipo de palabras, con su posterior presencia en ciertos medios de comunicación, provocan, de acuerdo con el argumento de Igualdad --en el ministerio aseguran que el fenómeno de la denuncia falsa es mucho menor de lo que supone Serrano--, que haya descendido el número de denuncias, un paso siempre complicado para la mujer que, como demuestran las estadísticas, trae consigo una disminución del riesgo de acabar asesinada.

RECURSOS NO UTILIZADOS Más datos preocupantes: la utilización de los GPS que alertan a quien goza de una orden de protección de que el maltratador se encuentra cerca. Hay disponibles casi 3.000 de estos dispositivos. Sin embargo, solo 248 están activos. Y ninguna de las tres mujeres muertas este año que habían denunciado disponía de uno.

El motivo de esta disparidad entre los recursos y su uso hay que buscarlo en los tribunales, pues son los jueces quienes deciden si determinado caso merece o no la puesta en práctica de este instrumento.