Yo nací un 7 de enero. Nacer un 7 de enero es una putada. Una doble putada que puede desembocar en un trauma infantil si no se lleva bien. Primero porque te quedas sin regalos de cumpleaños, ya que casi todos aprovechan los Reyes para unificar compromisos, y, segundo, porque nacer en estas fechas es como formar parte del atrezzo de una película. Enero es lo que queda de diciembre, los restos de un mes inventado. Enero es dos veces mentira, es el mes de la cuesta, en el que más crece el índice de divorcios, el tiempo de los cambios, de las carencias y las rebajas. Nos mentimos a nosotros mismos con los intentos de dejar de fumar, de empezar una nueva dieta, de hacer ejercicio, de encontrar el equilibrio sentimental- Esto se debe, según los expertos, a que el ser humano conserva cierto pensamiento mágico y le atribuye al comienzo del año la posibilidad de que lo nuevo sea una garantía de éxito. El problema de un mes así es que cuando terminas de recomponerlo te sobran piezas, como pasa con los muebles de Ikea, que es otro invento. Hace unos días, esta multinacional sueca promocionaba su último establecimiento en Estados Unidos preguntando a los consumidores si estaban preparados para aprovecharse de ello. Un cliente, Mark Malkoff , pensó que sí lo estaba y decidió mudarse durante un tiempo a la tienda que se acababa de estrenar, mientras arreglaba unos desperfectos en su casa. Malkoff asegura que vivir en Ikea no es tan diferente a vivir en casa, aunque con el inconveniente de que los accesorios de baño no funcionan. Y realmente ese es el problema de vivir en un lugar o en un mes en el que todo es atrezzo: ¿cómo cubres tus necesidades? Imagino que Malkoff tendrá que posponer sus visitas al baño hasta febrero, cuando todo sea un poquito más de verdad.