TNtunca he coincidido con quienes pedían rebaja de impuestos y menos ahora en que se ha comprobado que los Estados delgados , que dejan la sociedad en manos del mercado, solo traen pobreza, inversiones interesadas y aumento de las desigualdades. El mercado es egoísta y ya vemos el huracán que nos ha llegado desde el otro lado del charco donde campó a sus anchas. Pienso que es mejor la intervención que el libre albedrío del dinero cobarde y, para que exista un Estado que pueda intervenir donde la sociedad realmente lo requiere, son necesarios fondos y para ello son imprescindibles los impuestos. Es así de simple aunque matizable y negociable. No estuve de acuerdo con la iniciativa de Zapatero de los 400 euros y no estoy de acuerdo con quienes piden bajada de impuestos. El socialista Ignacio Sánchez Amor el otro día en la Asamblea de Extremadura criticaba a los populares por esa cantinela o fórmula milagrosa que hasta ahora vienen recetando en cualquier momento y situación. Y es cierto que no es la solución. Si las cuentas de un país funcionan como las de una familia, lo lógico es que, cuando vienen mal dadas, se intente consolidar el monedero común para asegurar el pago de las necesidades del grupo y las posibles emergencias, en vez de aumentar el dinero en la cartera de cada uno de sus miembros. Es necesario asegurar el bienestar de los mayores, la atención sanitaria, la educación, arreglar las carreteras, construir vías para el AVE, limpiar ríos o garantizar las pensiones. Un costoso y largo listado de servicios para los que el Estado necesita nuestros impuestos. El que tiene mucho es posible que no necesite la mayoría de estas prestaciones, pero el resto sí las necesitamos.