El fuego del Bages ya está bajo control. Los bomberos lograron a las ocho de la tarde de ayer dominar el voraz siniestro declarado el domingo por la mañana y que ha arrasado un cámping y 839 hectáreas de masa forestal de Talamanca, Navarcles, El Pont de Vilomara i Rocafort, Calders y Mura, en la Cataluña central. Mientras las llamas daban los últimos coletazos, en los municipios afectados arreciaron las críticas por la actuación de los bomberos.

La lluvia caída a media tarde contribuyó a que los 58 vehículos terrestres y los 4 helicópteros bombarderos desplazados al incendio doblegaran el fuego, que se inició el domingo a mediodía en la granja en desuso de Can Bleda, cerca de Rocafort. No obstante, los equipos de extinción dejaron en el lugar a todas las dotaciones terrestres para extinguir del todo las llamas.

El paisaje que dejó a su paso el siniestro fue desolador: 732,5 hectáreas de bosque carbonizadas en Talamanca; 73, en Calders; 33,5 más en Navarcles, y algunos metros cuadrados en Mura y El Pont de Vilomara i Rocafort. Algunos de los parajes arrasados ya fueron víctimas del fuego en 1989, por lo que eran conocidas por los vecinos como la montaña pelada.

AMASIJO DE HIERROS Pero las escenas más terribles se vivieron en el cámping La Tatgeda de Talamanca, reducido completamente a cenizas por la voracidad del fuego. Sólo cuatro de las 40 caravanas plantadas en una ladera de 80.000 metros cuadrados seguían ayer intactas. El resto eran un amasijo de hierros y poco más. Quienes se acercaron ayer por la instalación no podían contener las lágrimas. "Todavía la estamos pagando", sollozó María frente al esqueleto carbonizado de una roulotte.

José Muñoz, campista y trabajador de una cantera de Navarcles, vivió el fuego en primera fila y también perdió su caravana, que estaba restaurando y que no llegará a estrenar. "En unos minutos había fuego por todas partes. Las llamas corrían como si les hubieran echado gasolina", relató. Muñoz intentó enganchar su remolque pero no le dio tiempo. "En menos de un cuarto de hora no quedó nada del cámping", revivió.

La crueldad fue doble para los Rubio, propietarios del cámping La Tatgeda desde hace 14 años y miembros activos de la Asociación de Defensa Forestal (ADF) local. La familia no sólo perdió su negocio sino también la confianza en los responsables de la extinción de incendios. "Nos dejaron solos. Nadie vino a ayudarnos hasta que ya era demasiado tarde", se lamentó Enric Rubio, quien en el siniestro de 1989 (ayudado por una veintena de voluntarios) evitó que las llamas llegaran al cámping atacándolas desde una vaguada.

Curiosamente, Enric fue el primero en acudir a extinguir las llamas a la masía de Can Bleda a los mandos de su vehículo cuba. Cuando regresó a su cámping ya poco pudo hacer. Las llamas estaban a unos metros.

LOS AVIONES El alcalde de Talamanca, Josep Tarín (CiU) se alineó con las tesis de Rubio y denunció que los medios aéreos tardaron una hora en llegar al lugar del incendio porque estaban destacados en el fuego declarado poco antes en La Palma de Cervelló (Baix Llobregat). "La sensación general en Talamanca es que si los aviones hubieran venido antes, el fuego no se habría extendido tanto", declaró.

Las acusaciones de Tarín fueron rebatidas rápidamente por el coordinador de Emergencias de la Generalitat, Santi Parés; afirmó que el primer helicóptero llegó a la zona incendiada del Bages "cinco minutos después de que se diera el primer aviso. Al cabo de dos minutos llegó el segundo bombardero, y a la una del mediodía había un avión de vigilancia y ataque". No obstante, Parés reconoció que los efectivos aéreos "se dosificaron" para atender el frente de La Palma y recalcó que durante el fin de semana se desencadenaron en Catalunya 13 fuegos forestales.