Miles de personas siguen atrapadas entre las ruinas dos días después del devastador terremoto que asoló la isla de Sumatra (Indonesia). Los rústicos equipos de rescate locales trabajaban ayer a contra reloj, claramente superados por los efectos de un seísmo de 7,6 grados, mientras el Gobierno pedía ayuda al mundo para mitigar el desastre.

Al menos 3.000 personas permanecen bajo los escombros, informó ayer el Ministerio de Salud. El Gobierno ha confirmado la muerte de 715 personas, que la ONU ha elevado a 1.100. Además, 2.400 han sido hospitalizadas. La urgencia es ahora buscar supervivientes en los 20.000 edificios dañados o destruidos por el seísmo. El sol es abrasador y existe el riesgo de que la descomposición de los cuerpos cause epidemias.

Las llamadas de auxilio se acumulaban ayer. "Necesitamos especialistas y equipamiento profesional de rescate", aclaró ayer el Ministerio de Salud. El personal sanitario enviado desde Jakarta señalaba que carecían de equipos básicos e incluso perros. "La organización no es buena, eso pone en peligro las tareas de salvamento y la posibilidad de sacar a gente con vida es muy pequeña", informaba un trabajador de la Cruz Roja. La televisión mostraba a ciudadanos moviendo las ruinas con sus manos desnudas y palas.

Los aviones internacionales empezaron a llegar ayer, organizaciones humanitarias trabajan sobre el terreno y países como Japón, Suiza y Alemania ya han enviado especialistas. España envió ayer un equipo experto en localización de víctimas. Pero muchas zonas siguen aún aisladas. En las áreas cercanas a Padang, la ciudad costera de 900.000 habitantes más castigada, muchos decían ayer sentirse tan hambrientos como traumatizados.

NUEVO TIFON El presidente, Susilo Bambang Yudhoyono, pedía ayer paciencia a las víctimas y anunciaba una ayuda de 10 millones de dólares. A su Gobierno ya se le afeó la gestión del tsunami del 2004, y esta vez pretende dar imagen de eficacia.

Al Gobierno filipino se le presenta otro reto. Se acaba de marchar Ketsana y ya llega Parma. Decenas de miles de personas huían ayer con lo puesto ante la inminente amenaza. El tifón Parma tocará hoy la costa este con vientos sostenidos de 200 kilómetros por hora y ráfagas de hasta 230. El Gobierno advirtió de la posibilidad de que se convierta en un "supertifón", es decir, que alcance el nivel 4. Eso suele implicar daños graves en viviendas y edificios comerciales, árboles arrancados y cortes de comunicación y energía".