TCtáceres le debe casi todo a un pacense. Si no llega a ser por un señor nacido en Ribera del Fresno, la ciudad feliz no sería hoy más grande que Miajadas o Trujillo. El pasado 11 de marzo se celebró el 250 aniversario del nacimiento del poeta y magistrado ilustrado y afrancesado Juan Meléndez Valdés. Pero en Cáceres, la efeméride ha pasado sin pena ni gloria.

Corría el año de 1790 cuando a Cáceres le tocó la bonoloto: el rey Carlos IV promulgaba una Pragmática por la que se creaba la Real Audiencia de Extremadura y se situaba en Cáceres. No había razones objetivas para tal decisión. Cáceres era entonces un pueblo ruralizado y poco sano por sus epidemias de tifus, paludismo y fiebres de malta. Estaba peor surtida que Badajoz y Plasencia, tenía menos habitantes (6.600) que Badajoz, Don Benito y Jerez de los Caballeros. Estaba mal comunicada y urbanizada. Sólo la equidistancia jugaba a su favor... La equidistancia y Juan Meléndez Valdés, enemistado con las autoridades de Badajoz, que interviene ante sus amigos Floridablanca y Godoy para que, contra todo pronóstico, la Audiencia se instale en Cáceres y no en Badajoz.

Llegan así 50 funcionarios ilustrados con sus familias. Los cacereños de toda la vida intentan imitar hábitos y costumbres de los recién llegados y Cáceres cambia. Gracias a las presiones de la Audiencia, Cáceres será designada capital de provincia en 1833 y acabará convirtiéndose en esta ciudad feliz que a veces irrita y a veces enamora.

*Periodista