Los trabajos para el derribo del Cubo en la Facultad de Biblioteconomía, por orden judicial, comenzaron ayer con la entrada de los técnicos y operarios de la empresa Acciona Infraestructuras, que comenzaron las tareas previas a la demolición de dos plantas del edificio de Biblioteconomía, cuyo perímetro permanece vallado y señalizado como zona de obras.

La policía local concluyó por la mañana el desalojo de vehículos del citado perímetro y los obreros colocaron carteles de prohibido el paso, ante la mirada del subdelegado del centro y portavoz del consejo de alumnos, Pedro Manuel Venteno, quien expresó su convencimiento de que "las obras no estarán terminadas a tiempo para cuando comience el nuevo curso".

Los operarios comienzan a desmontar instalaciones, carpintería, falsos techos y a realizar otras tareas antes de meter la piqueta para el derribo, y también arreglarán las cubiertas y demás instalaciones "para dejar el edificio en perfecto estado de uso", señaló Jorge María Solano, el jefe de obras. Y explicó que se trata de "una demolición técnica, con lo cual se hará manualmente por especialistas, pues se ha encargado a una empresa especializada".

También se utilizarán "pequeñas máquinas mordaza para demoler el hormigón de forma suave, sin vibraciones, pero sobre todo, manualmente", dijo. Esta tarea puede iniciarse la semana próxima y mientras se realizan los preparativos, desmontar la fachada y parte de la cubiertas; en diez días comenzará la demolición de la estructura de hormigón". En estas tareas participarán de 10 a 12 trabajadores. Y desde luego, "no se verá caer el Cubo; se irá poco a poco, con precaución", aclaró Solano.

ESTUDIANTE "Es una parte esencial de nuestra vida de estudiante y ver cómo desaparece... es un día triste. Tenemos que pagar un derribo de algo que no hace daño y como alumnos de la facultad, vemos como nuestro trabajo y nuestro tesón reducidos a escombros", manifestó Pedro Manuel Venteno, portavoz del consejo de alumnos. Y afirmó que "nuestro día a día se ve afectado, y en los exámenes; he venido a recoger una cosa y no me han dejado pasar. Nos afecta en la vida académica y en nuestros estudios".

Venteno señaló que el cierre del centro les supone a los alumnos "un trastorno; la gente vive aquí porque está la facultad, y ahora tiene que desplazarse al campus para hacer gestiones y examinarse; hemos intentado que hubiera alguna subvención para transporte pero no ha sido posible. O nos vamos al campus, o nos quedamos, pero no ir y venir".

Sobre el inicio del próximo curso, dijo que "no creo que estén terminadas las obras; dicen que sí, pero no van a estar". Y consideró que "quien ha promovido todo esto, debería haber puesto alguna solución; nosotros no tenemos la culpa de esta situación". Por el contrario, recordó que "esta facultad ha supuesto para el centro histórico ser el corazón que bombea la sangre. Somos 600 o más estudiantes que venimos todos los días, entre las 8.00 y las 22.00 horas, y eso le ha dado y le da vida al centro".

Por otro lado, el alcalde, Francisco Javier Fragoso, calificó el inicio de las obras de "mala noticia", por lo que supone, y manifestó que "en esta cuestión se ha sido más papista que el Papa", pues se trata de "un edificio que hace un gran servicio a la universidad y a la ciudad. Nos hemos pasado de frenada. Se necesita mucho dinero público para realizar obras y dotar a la universidad de espacios nuevos", informa Europa Press.