A media tarde, los más de 2.000 invitados que ayer estrenaron el Freedom of the Seas, el mayor barco de pasajeros del mundo, tuvieron que soltar las copas de champán para ponerse el chaleco salvavidas y simular una evacuación. No fue un susto, ya que formaba parte del guión. La seguridad es tan importante como la diversión en el nuevo gigante de la empresa Royal Caribbean, así que ni la euforia del estreno hizo olvidar el protocolo en el puerto inglés de Southampton.

Al contrario que el Titanic, el mastodóntico Freedom tiene casi 5.700 salvavidas, tantos como viajeros caben a bordo. A plena ocupación puede transportar a 4.328 pasajeros y 1.400 tripulantes. En el barco, que abre una nueva generación de cruceros, todas las cifras son astronómicas: tiene 338 metros de eslora (longituf) y 56 de manga (anchura), 15 cubiertas, 10 restaurantes, un teatro con 1.350 asientos, un casino con 308 máquinas, una pista de hielo, un comedor con 2.100 plazas, televisión con pantalla plana en sus 1.817 camarotes...

El Freedom of the Seas ha superado a la hasta ahora reina de los mares, el Queen Mary II, en tonelaje pues pesa 158.000 toneladas. Su grandiosidad ha despertado enorme expectación en Southampton, la ciudad elegida para su estreno. "Este barco mejora la generación anterior de Royal Caribbean", dijo su responsable en España.

Hará cruceros caribeños y permitirá a su empresa trasladar al mediterráneo el que era uno de los mayores cruceros del mundo, el Voyager of the Seas, que llegará a Barcelona en mayo.

El Freedom, que tiene en su interior una avenida comercial de 110 metros, revoluciona el sector con novedades como una piscina con olas artificiales para practicar el surf y un ring de boxeo. Esta ciudad flotante construida en Finlandia luce 19.000 kilómetros cuadrados de cristaleras y genera 1.800.000 litros de agua potable. Las dimensiones son tales que hay espacio para la soledad, para navegar de espaldas a sus 5.700 fugaces vecinos.