Los inmigrantes aportan en materia de salud cuatro veces más que los ciudadanos autóctonos a través de sus cotizaciones e impuestos. Además, su gasto es muy inferior. Así lo ponen de relieve tres estudios esgrimidos ayer por Rogelio López-Vélez, jefe de medicina tropical del hospital madrileño Ramón y Cajal y coordinador de un manual sobre la salud de este colectivo en el que han participado 30 expertos. El especialista destacó que los inmigrantes, sobre todo tras la regularización, cotizan en su mayoría a la Seguridad Social y no presentan las costosas enfermedades crónicas debilitantes, ya que se trata de una población de entre 25 y 35 años de media. Según el director general de Salud Pública, Manuel Oñorbe, el 10% de las personas que acuden a los centros de salud son inmigrantes, pero esta asistencia es la que menos cuesta al sistema sanitario. Además, a diferencia de los autóctonos, el Estado no ha invertido en ellos nada en salud hasta que llegan a España. "No les estamos regalando la sanidad", sentenció el especialista. El estudio subraya que la malnutrición, los parásitos intestinales, la hepatitis B, la tuberculosis, las caries, las enfermedades de transmisión sexual y reumáticas y los trastornos psicoafectivos son dolencias frecuentes entre los niños inmigrantes.