"En los años 60, yo era un ferviente antinuclear. Llevaba melena y mi película favorita era Easy rider", declara Jaap Gelok, el alcalde socialista de Borssele, una pequeña localidad situada en el sur de Holanda. "Empecé a cambiar --se justifica-- porque quería evitar que los residuos nucleares se tiraran al mar del Norte, que es lo que entonces se hacía". Ahora se guardan cerca de su casa.

Borssele alberga desde el 2003 el almacén Habog, el modelo en el que se ha inspirado España para diseñar su instalación centralizada de residuos nucleares. El ATC será parecido, pero con una capacidad tres veces mayor puesto que en Holanda solo hay dos centrales atómicas: una activa y otra en desmantelamiento.

Borssele es un núcleo industrial de primer orden que incluye también la central nuclear operativa, así como hay una refinería de petróleo, un parque eólico, una térmica y una fábrica de fósforo. Aunque el polígono que los engloba es inhóspito, el alcalde insiste en el atractivo turístico del municipio, con reminiscencias rurales y salida al mar: "Los turistas no se fueron con la nuclear y ahora tampoco con el ATC".

El germen

A principios de los 90, el Gobierno holandés se planteó la necesidad de construir un almacén para guardar sus residuos porque, como sucede en España, las dos centrales de enconces se empezaban a colapsar. Analizó el territorio disponible, que no es excesivo en un país tan superpoblado, y propuso 12 emplazamientos. De los municipios seleccionados, dos quisieron optar al depósito. Borssele tuvo a su favor la presencia cercana de una nuclear, por supuesto, "pero también la escasa oposición social", relata Hans Codée, director general de Covra, empresa pública gestora de la instalación.

Sorprende teniendo en cuenta el caso español, pero Borssele no recibe ni un céntimo del Estado por acoger la instalación y solo se beneficia de los impuestos típicos de cualquier otra instalación industrial. Según el director general de Covra, "el Habog es el lugar más seguro del país". Puede soportar vientos de 450 km/h, terremotos y hasta la caída de aviones. No hay excesivos controles. "¿Quién va a robar esto? --bromea--. Si intentara abrir un bidón, se carbonizaría". Todo está automatizado. "Tiene menos riesgos que una central", insiste la Empresa Nacional de Residuos (Enresa).

En el Habog se almacenan para un máximo de 100 años los desechos de las dos nucleares holandesas, dos pequeños reactores científicos y diverso material hospitalario e industrial. Lejos de ser una instalación secreta, el Habog destaca desde lejos por su color naranja y unas enormes letras inscritas con la ecuación E=mc2. Covra ha cuidado hasta el último detalle para que fuera una instalación amigable.