Mientras la España del sur se entretenía en saber qué hay de verdad y de mentira en la historia del romance entre Julián Muñoz, alcalde de Marbella, y la tonadillera Isabel Pantoja (en la foto, el año pasado, rodeada de fotógrafos), en la España del norte lo más excitante ha sido la inocente foto que el candidato socialista a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, Pasqual Maragall, se hizo con Lolita el pasado jueves en la Feria de Abril de Barcelona.

Mal momento, sin duda, el elegido por Maragall, ahora que los dúos político-folclórica están en el punto de mira. Pero no hay comparación posible. Los políticos catalanes (y más los de izquierdas) siempre se han llevado mal con el star-system. Algunos partidos lucen artistas de cabecera e incluso de plantilla, pero en los anales de la política catalana sólo consta la relación sentimental que durante un tiempo mantuvieron el exsecretario general del PSUC Rafael Ribó y la cantante María del Mar Bonet, apasionante sin duda.

ELECCIONES MOVIDAS

Menos mal que en el resto de España aún hay lugar para las pasiones ocultas. En vísperas del inicio de la campaña a las municipales del día 25, Maite Zaldívar, interpretando a la perfección el papel de esposa despechada, apuntó a Pantoja como causa de la ruptura de su matrimonio con Julián Muñoz, candidato del GIL en las próximas elecciones y actual alcalde de Marbella, cargo que desempeña desde que una sentencia judicial obligó a Jesús Gil a renunciar al sillón municipal.

La oposición al GIL y al gilismo, encabezada por el Partido Andalucista (PA), se apuntó al bombardeo y para completar el esperpento proclamó: "Todos somos Maite", lema con el que pretenden que el pueblo de Marbella se identifique con la esposa agraviada. Dicen los del PA: "Si el alcalde ha mentido a su mujer, qué no hará con sus conciudadanos". Aunque en el caso Muñoz-Pantoja es difícil saber quién engañó a quién.

De entrada, Isabel Pantoja engañó a Julián Muñoz y le hizo poner a su nombre un apartamento en primera línea de mar como primera compensación para empezar a hablar de ser imagen de Marbella. Luego, Muñoz engañó a Pantoja prometiéndole un contrato de dos millones de euros (333 millones de pesetas) cuando la proximidad de las elecciones le impedía firmarlo. Mientras tanto, el alcalde se fue con Isabel al Rocío, se tomó unos finos y se adentró en el pantanoso terreno de las marismas pantojiles.

LAS MENTIRAS DE ZALDIVAR

Cuando ya se habían perpetrado los primeros engaños, Maite Zaldívar mintió a la opinión pública prestando su imagen de esposa feliz y ratificando las palabras de su marido, que aseguró que su matrimonio era indestructible. Pero aún hay más. Pantoja confundió, cual virgen ofendida, incluso a sus íntimos, asegurándoles que no había ningún idilio entre ellos y justificando el lío con el argumento de que el alcalde quería hacerse famoso a su costa y que ella se había dejado querer un poco con el objetivo de lograr un contrato que le permitiera descansar de las galas.

VERDADES Y OTRAS MENTIRAS

Ahora resulta que Muñoz y su mujer vivían separados, aunque ésta seguía la farsa para mantener su estatus en Marbella, que le permitía ampliar sus negocios y dejar el deportivo que conduce al cuidado de los guardias municipales sin necesidad de buscar aparcamiento. Resulta que Pantoja y Muñoz se ven a escondidas desde hace meses. Y, sobre todo, resulta que el alcalde de Marbella, fiel discípulo de Gil, atesora un tesoro, patrimonial o personal, que ha deslumbrado a Pantoja.

Por si esto no fuera suficiente, hay quien opina que el lío lo ha organizado el mismísimo Jesús Gil, quien, al parecer, no acepta que Muñoz le haya apartado del gran negocio marbellí.