Marina Castaño, viuda de Camilo José Cela y presidenta de la Fundación del Nobel en Iria Flavia, asistió ayer a un funeral celebrado con motivo del primer aniversario de la muerte del genial escritor, en un día lluvioso y gris, en el que estuvo acompañada por numerosos amigos y vecinos de su tierra natal. También llovió en aquel 18 de enero, cuando el Nobel fue enterrado junto a un olivo centenario, cumpliendo su último deseo de descansar para siempre bajo ese entrañable y viejo árbol, y junto a sus antepasados.

Marina Castaño, que se mostró llena de entereza como en los duros momentos de la muerte del escritor, asistió a la celebración religiosa vestida de negro y pronunció ella misma las lecturas.

Castaño no se detuvo a hablar con los periodistas, y, tras la celebración del funeral, se puso a trabajar en la Fundación CJC, que ayer celebró una jornada de puertas abiertas y donde noche se inauguró una exposición compuesta por 35 obras manuscritas.