El caso ha puesto sobre la mesa el descontrol que reina en el Registro Civil griego. Al no estar centralizado, facilita los fraudes y los abusos. De hecho, la investigación ha revelado que la pareja gitana griega, sus falsos padres, había repartido el registro de hasta una docena de menores en varias localidades sin levantar sospecha. La directora del Registro Civil de Atenas y tres funcionarios han sido cesados por negligencia.