Cincuenta años después de su coronación como reina de Inglaterra, Isabel II retornó ayer a la abadía de Westminster (en la foto de arriba, de izquierda a derecha, la reina Isabel II, el príncipe Carlos y el príncipe Guillermo, durante la misa). En 1953, cuando se celebró la solemne investidura real (en la foto inferior derecha), la nación contempló cómo una joven madre de 27 años, tan hermosa como novata, asumía las responsabilidades del trono. Los británicos siguieron entonces, fascinados, la ceremonia, que fue el primer gran acontecimiento televisado del Reino Unido. Medio siglo después, las cámaras devolvieron la imagen de una elegante abuela septuagenaria, muy bien conservada.

En la breve ceremonia religiosa, ante 2.000 invitados, Isabel II, de 77 años, estuvo acompañada por su familia. Junto a ella, en lugar preferente, estaban su marido, el duque de Edimburgo; su hijo y heredero, el príncipe Carlos, y su nieto el príncipe Guillermo. Una fila más atrás se hallaban la princesa Ana, el príncipe Andrés y el príncipe Eduardo, con su esposa, Sophie, en su primer acto oficial tras anunciar el embarazo, que aún no se le nota.

FERIA PARA 500 NIÑOS

No estuvo Enrique, el hijo menor de Carlos, que está interno en Eaton y se prepara para los exámenes. Y de la política faltó el primer ministro, Tony Blair, que se encontraba en Evian.

Por la tarde, la reina acogió en los jardines del palacio de Buckingham, transformados en una enorme feria infantil, a 500 niños llegados de todo el Reino Unido que habían sido invitados a merendar. Al aire libre, los pequeños, hijos de hogares desfavorecidos, comieron salchichas y helados, mientras se subían en los columpios y en un tiovivo centenario. La fiesta contó con malabaristas, atracciones musicales y una función de circo.

Ya por la noche, Isabel II fue agasajada por su hijo Carlos, que organizó una cena privada en Clarence House, su nueva residencia londinense. Con la cena, inspirada en la época de principios de los 50 y a la que asistió toda la familia real, el príncipe de Gales mató varios pájaros de un tiro.

Además de homenajear a su madre, el festín sirvió para reabrir el palacete, totalmente redecorado, que fue durante décadas y hasta su muerte, el año pasado, la residencia de la reina madre. También sirvió para hacer aún más oficial el papel de Camilla Parker-Bowles, quien por la mañana había asistido, acompañada por su padre, a la abadía de Westminster (en la foto de la izquierda, durante la ceremonia) por invitación expresa de la reina. Camilla estuvo junto al príncipe Carlos durante la cena, oficiando como dueña y señora de la residencia real.