De momento, la popular cantante Isabel Pantoja y el alcalde de Marbella, Julián Muñoz, no podrán contraer matrimonio. La pareja (en la foto, cogidos de la mano al iniciar la peregrinación, el pasado miércoles), sin embargo, aprovechó el domingo la culminación del camino del Rocío para bendecir su amor con un beso ante una imagen de la virgen, instalada en la casa de la hermandad rociera de la ciudad de Marbella.

La tonadillera se desprendió para la romántica ocasión de sus sempiternas gafas de sol y recibió, de manos del presidente de la hermandad marbellí, la medalla que la acredita como rociera de honor. Pantoja, presa de la emoción del momento, se arrancó con una salve rociera dedicada a su nuevo amor, que la escuchó embelesado y ajeno a los dardos que le lanzaba casi en ese mismo momento su aún esposa, Maite Zaldívar, desde la ciudad de la que Muñoz es edil.

"Mi marido le ha fallado a su hija como padre y como alcalde", dijo Zaldívar. Y añadió: "Le daré la separación pero pienso ponerle muy difícil el divorcio. Voy a pelearlo. No dejaré que se case con otra fácilmente."

La última edición del Rocío ha levantado ampollas entre los anónimos peregrinos, que han visto cómo los reporteros de la prensa rosa invadían su espacio tras la primera aparición pública de Isabel Pantoja y Julián Muñoz. "El Rocío es una fiesta religiosa, no un circo", corearon el domingo algunos espontáneos.

COMPONENTE CIRCENSE

Le pese a quien le pese, la romería tiene un componente circense. De ello dio fe María Jiménez, a la búsqueda de los papeles perdidos, a cuatro patas en un alto del camino.

También mordió el polvo María del Monte, quien negó que el protagonismo mediático de la folclórica y el alcalde le haya restado relumbre al Rocío. "Aquí lo único importante es la virgen", dijo la Del Monte. También estuvo el clan de Rocío Jurado, que recorrió parte del camino en un carro con overbooking rociero.