TAt poco ahorrador que sea uno y sepa apartarse de las tentaciones de las modas puede llegar a juntar un capitalito, como Castro que con lo que ahorra en trajes yendo siempre en uniforme de revolucionario, se ha convertido en uno de los hombres más ricos del mundo. Nadie podrá acusar de cristiano al viejo comunista, pero ha practicado como nadie la máxima evangélica de que la caridad ha de empezar por uno mismo. Esperemos que sus ahorros no estén invertidos en sellos del Forum Filatélico. Aunque supongo que le pasará como a mí, que no comprendo cómo en estos tiempos de teléfono móvil y correo electrónico haya quien siga creyendo que los sellos son negocio, cuando ya nadie tiene quien le escriba. Sólo los informes bancarios y las notificaciones del juzgado llegan por escrito. Y luego dicen que la gente no lee. Ya me contará qué simpatías va a despertar la lectura con esos dos embajadores. O con esos que alardean de tener a un libro como mejor amigo. Claro que quienes dicen estas cosas suelen ser escritores en plena fiebre de la feria del libro con ganas de mostrar que a cursis no hay quien les gane. Luego están esos otros que dicen que a una isla desierta les bastaría con llevarse un libro. Tiene un pase si el libro es de bricolaje y te enseña a hacer una canoa con la que salir pitando de la isla, pero lo cierto es que cuando te deprimes o te arruinas o te quedas tetrapléjico no es a un libro a quien recurres, sino a la mano de un amigo de carne y hueso que te salve de ti mismo. Yo me llevaría a gente más sencilla, a mis amigos, a esos soñadores que anhelan ver algún día un mundo sin uniformes, sin negociantes, sin sellos y, si me apura, hasta sin libros. florianrecioyahoo.es