Romanos y milaneses demostraron ayer que se puede vivir sin utilizar el coche. Al menos, por un día. Los niveles de contaminación alcanzados en Roma y Milán provocaron que las autoridades prohibieran circular con vehículos el domingo, y así lo acataron los ciudadanos, que recurrieron a la imaginación para pasear sin fatigarse. A mediodía, Roma parecía una ciudad surreal, vacía, silenciosa, invadida por familias que caminaban, pedaleaban o trotaban a caballo.

La ciudad parecía haber vuelto a los años 70, cuando por la crisis del petróleo se impedía la circulación de forma periódica. Las calles, habitualmente repletas de tráfico en un domingo de rebajas, se convirtieron en zonas peatonales o carriles bici. Los romanos parecían agradecer haber dejado el coche en casa.

Sólo las bodas y los funerales, ambulancias y servicios de emergencia tenían derecho a romper la atmósfera irreal que respiraba la ciudad, además de los coches a gas no contaminantes. También fueron una excepción los aficionados del equipo de fútbol del Lazio y del Milán, que se dirigían al estadio a ver el partido, así como los asistentes y trabajadores de los desfiles de moda en Milán.

Cifras alarmantes

A esta medida se ha llegado después de que el nivel de contaminación en algunas ciudades italianas haya superado todos los límites, rozando cifras alarmantes. Durante la semana pasada, ya se había reducido parcialmente el tráfico en algunas capitales.