Que dos operarios de la central de Fukushima reciban una dosis de radiactividad 10.000 veces superior a la normal cuando empalmaban cables en un reactor averiado pone en duda que la crisis nuclear lleve camino de estar "bajo control". Ocurrió el jueves, cuando ambos trabajaban en el reactor 3, el más peligroso por contener plutonio.

La radiactividad recibida, hecha pública ayer, sugiere que las barras de combustible están dañadas. El Gobierno alertó de que "no se puede descartar" que el origen sea el núcleo y que la vasija de protección esté deteriorada. Después, alimentando la confusión, aseguró que no había "suficientes indicios" de tal brecha. Las emisiones radiactivas previas eran generadas por pequeños escapes de gas provocados a través de las válvulas para reducir la presión y evitar la fusión del núcleo. La brecha agravaría la situación, ya que supondría incontroladas y masivas fugas radiactivas al exterior. El Gobierno lo está investigando.

INCERTIDUMBRE El primer ministro, Naoto Kan, certificó con un semblante sombrío que "la situación en la central aún no permite ser optimista". La empresa que gestiona la planta aseguró que está todavía "calculando los daños" y que las tareas para refrigerar los reactores pueden durar "más de un mes".

Las fugas han forzado a ampliar la zona de exclusión en torno a la central, hasta ayer de 20 kilómetros. El Gobierno aconsejó, que no ordenó, la "evacuación voluntaria" en un radio de 30, donde se ha registrado una radiactividad que equivale a la que recibe una persona en todo un año. Kan repitió que la razón era la escasez de suministros. La prensa local informó de que la contaminación supera lo permitido en cinco prefecturas (Fukushima, Ibaraki, Chiba, Saitama y Tochigi), sugiriendo que la nube tóxica se extiende y amenaza con alcanzar Tokio.

Dos japoneses fueron hospitalizados ayer a su llegada a Shanghái (China) porque superaban "gravemente" los niveles normales de radiación. El hospital consideró que no suponen un peligro para los demás y les dio el alta. Hasta ahora, solamente en los operarios de la central se habían registrado altos niveles radiactivos.

PASO ADELANTE, PASO ATRAS La población recibe con desconcierto la alternancia diaria de logros y retrocesos. Yakusuki, camarero en una cafetería tokiota sobre el cruce de Shiguya, le da vueltas al regreso a su Osaka natal: "Mis padres me lo piden cada día. Pero si me voy perderé el empleo, y con la crisis económica no es fácil encontrarlo".

Los muertos por el terremoto y el tsunami que asolaron el litoral del noreste superaron ayer los 10.000, a los que cabe sumar 17.500 desaparecidos. Según el Gobierno, las esperanzas de hallarlos con vida son escasas.