Los Mossos d´Esquadra mantienen abierta la investigación sobre los dos cadáveres que aparecieron en una zona boscosa del barrio de la Llantia de Mataró en Cataluña. Los cuerpos presentaban numerosas mordeduras de perro y corresponden a un hombre de unos 60 años y una mujer de alrededor de 55, ambos indigentes, que compartían una de las numerosas barracas de la zona y sobre las que el ayuntamiento tenía una orden de desalojo. Poco antes de las 11 de la noche del viernes un vecino alertó a la policía de la presencia de dos cuerpos tendidos en el descampado que hay frente a el grupo de barracas que ha proliferado ilegalmente con los años en un solar lindante con la calle de Galicia, muy cerca del centro comercial Mataró Parc.

En esta zona, se agrupan chamizos, huertos vallados y numerosas jaulas de perros que ya habían sido denunciadas por las protectoras de animales por el mal estado en el que se encuentran los canes.

Al acudir al lugar del aviso, los primeros agentes tuvieron que pedir refuerzos para poder hacer frente a una jauría de unos 20 perros que los acechaba en actitud agresiva y que rodeaba a los cuerpos sin vida, tumbados sobre un charco de sangre y que presentaban numerosas mordeduras de animal por todo el cuerpo. Los Mossos tuvieron que matar a tiros a uno de los perros rabiosos, herir a otro y sedar al resto con ayuda de los servicios veterinarios.

La primera hipótesis de los investigadores es que los perros pudieron haber escapado de su cautiverio y atacar a los mendigos, aunque no se descartó que las dos víctimas se hubiera peleado y que los perros hubieran defendido a sus amos respectivos. Esta hipótesis estaba avalada por un vecino, Miguel, que declaró que las víctimas "ya habían sido mordidas otras veces por los perros". Los resultados de la autopsia descartaron una pelea. Según fuentes policiales, el hombre era un vagabundo que hace unos tres años reside en un barracas que habitualmente guardan herramientas de los hortelanos.