Sería la pubilla de Mónaco si Alberto no hubiera incluido en el contrato de paternidad que la chica, de 19 años e hija de una camarera, tiene derecho a vivir en el principado, pero no al trono. El primer contacto fue en la calle, después de que sus abogados bloquearan el proceso de paternidad. "¡Alberto, mira a tu hija!", le gritó la madre en EEUU.