En su viaje por Chicago en 1935 el promotor de jazz John Hammond se quedó perplejo cuando escuchó en la radio el concierto retransmitido desde el Reno Club de una banda desconocida: la Count Basie and his Rythm Orchestra. El avispado Hammond no perdió el tiempo y le habló de aquellos talentos a Benny Goodman , que envió a Kansas City a su manager personal, Willard Alexander . El conjunto, pese a su potencial rítmico, era un caos en temas de planificación. Toscos y mal uniformados, no sabían leer música y carecían de arreglos, así que Basie , director y pianista, tenía que chivarles a sus músicos cuándo debían tocar y cuándo callar con la ayuda de un silbato o de algunos trucos como arrugarse el pantalón o rascarse la cabeza. Aun así, fueron contratados para actuar en Chicago, Buffalo y Nueva York. El fracaso fue notorio. Se llegó a decir que aquella era "la organización más desorganizada de la historia del jazz". Los críticos se cebaron con este grupo de "paletos del Suroeste" al asegurar que tocaban fuera de tono. Y ¿quiénes componían la orquesta? Pues ni más ni menos que algunas de las grandes figuras del jazz: Lester Young, Herschel Evans, Jo Jones, Hot Lips Page , el propio Basie... Gracias a la disciplina que logró imponer Hammond, con el paso del tiempo aquello empezó a sonar como era de esperar. Por sus filas iban a pasar músicos como Freddie Green, Charlie Parker o Billy Holliday . A mediados de los 40, la crítica ya valoraba a la orquesta de Basie como la mejor del mundo.

Valga este ejemplo para esos aspirantes a artistas que piensan que la disciplina y la inspiración están reñidas en el arte.