«Lo primero es manifestar nuestra profunda consternación y dolor por cualquier tipo de abusos que hayan podido ocurrir en nuestros centros o cometidos por algún jesuita». Con estas palabras abrió ayer Enric Masllorens, director general de la Fundación Jesuitas Educación, la rueda de prensa en la que explicó la postura de la Compañía de Jesús ante los supuestos abusos denunciados que el padre Pere Sala cometió sobre los hermanos Jordi y Oriol de la Mata. Al tiempo que negó que la orden religiosa encubriera al presunto pederasta: «No es así. Quiero remarcar que en nuestros archivos no hay ninguna carpeta abierta sobre el padre Pere Sala, y no ha habido hasta el día de hoy ninguna denuncia concreta sobre los posibles abusos [por él cometidos]». Punto que niegan los denunciantes, quienes aseguran a este diario que Masllorens les informó de que el sacerdote había sido apartado ya con anterioridad por otro tema similar.

Sí confirmó el director general de la Fundación Jesuitas que la investigación que la Compañía puso en marcha el pasado 13 de diciembre voluntariamente para investigar posibles abusos y conductas impropias en el pasado ha destapado nuevos casos relacionados con Lluís Tó, también denunciado por los hermanos De la Mata, y otros casos de terceros pero que serían «conductas impropias, no abusos». No son «casos tan bestias» como el actual, a criterio de Masllorens.

Y en todo momento destacó la voluntad y compromiso de «transparencia» y «tolerancia cero» ante cualquier tipo de abuso, y la intención de colaborar con la justicia «en todo» lo que les sea «requerido». Además de entonar el mea culpa por la actitud de la orden en el pasado: «No siempre hemos actuado como se esperaba de nosotros históricamente hablando». Este sería el caso del padre Tó que después de ser juzgado y condenado a dos años en 1992 por un caso de abusos a una niña fue trasladado a Bolivia donde murió.

EN UNA RESIDENCIA DE SARRIÀ / Pere Sala sigue vivo pero no en activo -«en el año 2000 dejó de dar clase y de estar en contacto con alumnos»-, y vive en una residencia de jesuitas de Sarrià. Pese a su edad, 94 años, Masllorens ha hablado con él para que diera su versión de los hechos y se tomarán las medidas necesarias si estos finalmente se confirman. Esto puede ser la expulsión de la vida religiosa y de la orden, y elevar el caso a la justicia civil, pese a que han pasado más de tres décadas de los hechos y ya han prescrito.

Masllorens, profundamente emocionado y lloroso, tildó dichos abusos de «duros de asumir», «muy fuera de lugar», «horrorosos» y «bestiales». Y afirmó que desde el pasado 21 de febrero, cuando los hermanos De la Mata se pusieron en contacto con la Compañía para denunciar los hechos, se están investigando el caso.

De momento, la denuncia se ha incoado a la Congregación de la Doctrina de la Fe, en Roma. Y antes o después del veredicto eclesiástico, se llevará a la justicia civil: «Habrá colaboración cercana, sincera y responsable con la justicia ordinaria si es el caso. Si se demuestra y prueba alguna cosa, nosotros, evidentemente, podríamos formar parte de la justicia ordinaria», recalcó.

Para justificar el porqué no se ha llevado antes ante la Fiscalía, Masllorens esgrimió el tiempo: «No se ha acabado la investigación interna». Pesquisas que se iniciaron con la comunicación de los hermanos de los hechos hace dos semanas.

«Estos temas requieren la máxima coherencia y justicia», sostuvo el director de la fundación al tiempo que agradecía que Jordi y Oriol de la Mata hubieran tenido el coraje de contar lo ocurrido: «Agradecemos a las posibles víctimas que nos ayuden a explicar todo lo que les ha ocurrido, son situaciones vivenciales y emotivas muy duras, e intolerables que no deberían haberse dado en nuestras escuelas e instituciones», concluyó.