José Jiménez Lozano recibió ayer el Premio Cervantes 2002 de manos del Rey. En su discurso de agradecimiento, el escritor y periodista elogió la figura del autor de El Quijote, a quien definió "como símbolo y hasta encarnación de España". A la ceremonia, celebrada en el Aula Magna de la Universidad de Alcalá de Henares, asistió el presidente del Gobierno, José María Aznar. En la entrada, le esperaban cientos de personas que enarbolaban pancartas de protesta, pedían su dimisión y gritaban "no a la guerra".

Las medidas de seguridad, que impidieron hasta entrada de la tuna en el patio de la universidad, fueron extremas tanto en las puertas del recinto como en sus alrededores. Aunque asistieron numerosos políticos y personalidades de la vida académica, el mundo de la literatura contó con escasa representación.

Jiménez Lozano leyó su discurso, Palabras y baratijas , en el que alabó a Cervantes "convertido en símbolo o hasta encarnación de España por su obra entera y por el uso que de la lengua hace". El galardonado se refirió también a la simbología de la Corona y precisó que lo es "por la naturaleza y significado de la institución y su historia". La atención de la monarquía a la lengua española también mereció su elogio. Hablar español une a las naciones de forma "que componen una, como provincia entera de la cultura humana, por encima y por debajo de la diversidad política u otras diferenciaciones de cualquier tipo".