Una oreja cada uno cortaron Vicente Barrera y José Tomás, ayer en Valencia, en una corrida de inusitada expectación por la presencia del segundo, que a la postre no justificó del todo en el ruedo su alta cotización en la taquilla.

Vicente Barrera: pinchazo y estocada (ovación tras un aviso); y estocada saliendo perseguido (aviso y una oreja con petición de otra).

José Tomás: pinchazo y estocada casi entera (una oreja tras un aviso); y estocada baja (ovación tras dos avisos).

Tomás Sánchez: estocada desprendida (vuelta tras petición insuficiente); y estocada (aviso y palmas).

No fue lo que se esperaba a tenor de la expectación que había levantado la comparecencia de José Tomás. Ni mucho menos lo que quisieron dar a entender sus enfervorizados partidarios, al fin y al cabo, verdaderos protagonistas del jaleo en torno a él.

Lo cierto es que acabó "el papel" en día en que aún no están plantadas las fallas y con dos toreros más. Está claro que el fenómeno José Tomás funciona en taquilla. Aunque sus triunfos en el ruedo son otra cosa. La oreja, por ejemplo, no tuvo el carácter riguroso e importante de un triunfo en plaza de primera. Y no es que estuviese estado mal. Simplemente la faena del triunfo, al primero de su lote, tuvo muchas intermitencias, pausas y desigualdades. Lo peor, los tropiezos, algunos de los cuales acabaron en desarmes tanto en el capote como con la muleta. Lo más relevante, de mérito innegable, el valor, expresado en quietud y ajuste en el toreo. No se puede torear más cerca ni más quieto. Ahí, "chapeau". Deberían contar también técnica y recursos.