José Antonio Urrutikoetxea comparece esta próxima semana en dos procesos diferentes por hechos que le reprocha la justicia francesa como dirigente etarra y lo hace presentándose como el gran negociador de la banda terrorista que en 17 años de clandestinidad buscó y acabó certificando el fin de la actividad armada.

"Josu Ternera" se sienta el lunes y el martes en el banquillo de los acusados del Tribunal de Apelación de París, y el miércoles y el jueves en el del Tribunal Correccional, para que se repitan los juicios por el que recibió dos condenas en rebeldía en 2010 y en 2017, cuando estaba en busca y captura.

Antes de esas citas judiciales, el veterano exdirigente etarra de 69 años ha roto el silencio mediático que se había impuesto desde su captura en los Alpes franceses en mayo de 2019, con el argumento de reservar sus explicaciones a los jueces, y ha ofrecido una entrevista a la revista francesa "Marianne" para contar su versión.

TERNERA, DISIDENTE EN ETA POR SU POSICIÓN NEGOCIADORA

Con la libertad condicional de la que se beneficia por razones de salud desde finales de julio para evitar contagiarse de coronavirus en prisión, Urrutikoetxea afirma que desde que entró clandestinidad en 2002 su objetivo "todo el tiempo" era "no dejar que este conflicto se pudriera en las manos de las generaciones futuras".

Es decir, que tras huir de España por la imputación de haber sido inductor del atentado en 1987 contra la casa cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza en la que murieron once personas (entre ellas cinco niños) se consagró a negociar con el Gobierno español y a convencer a los otros etarras -muchos de ellos opuestos frontalmente- de que había que dejar la violencia.

Según su relato, las negociaciones en las que él participó en Suiza condujeron a la tregua declarada por la organización en 2006 y que fue rota con un atentado mortal en el aeropuerto de Madrid en diciembre después de haber sido apartado de la dirección.

A finales de 2011, de nuevo en el equipo negociador designado por ETA junto a Iratxe Sorzábal y David Pla, Josu Ternera estuvo en Oslo esperando a un negociador que el Ejecutivo español no quiso enviar y los tres fueron expulsados por Noruega a comienzos de 2013.

Bajo la presión policial de España y Francia, ETA se tuvo que resignar a un abandono unilateral de las armas y Urrutikoetxea puso su voz en el anuncio en mayo de 2018 de su disolución.

Con ese bagaje, ahora se queja de que "con menosprecio de todas las reglas diplomáticas elementales" Francia no haya renunciado a juzgarle y "se niegue a reconocer los esfuerzos realizados para salir del enfrentamiento violento".

Además, en los últimos días se ha divulgado otro manifiesto "por la protección de Josu Urrutikoetxea", firmado por personas especializadas en resolución de conflictos, entre ellas algunas que se implicaron en el proceso que condujo al final de ETA, como Brian Currin o Gerry Adams, y también el político noirlandés Gerry Adams o el abogado surafricano, Brian Currin, y también dirigentes del mundo abertzale.

LOS DOS JUICIOS QUE SE VAN A REPETIR

En diciembre 2010, los jueces franceses le condenaron en ausencia a siete años por su actividad en la organización terrorista entre 2002 y 2005 teniendo en cuenta "su posición conocida en la jerarquía", en particular como dirigente político, y los contactos que mantuvo en ese tiempo con otros líderes de la banda.

En junio de 2017 la segunda condena en rebeldía lo sentenció a ocho años una vez más por su papel destacado en el aparato político de la banda entre 2011 y 2013, en un tiempo en que estuvo en Oslo para una negociación que nunca tuvo lugar.

Pasarían casi dos años hasta su captura, lo que ha dado pie a que Urrutikoetxea se acoja a su derecho de pedir que se repitan los dos procesos, en los que va a estar defendido por Laurent Pasquet-Marinacce, un abogado experto en cuestiones de procedimiento totalmente ajeno a los letrados habituales de los etarras, que muestra una vez más su estrategia de distanciamiento.

Junto a las dos causas francesas de esta semana, que pueden ser objeto de recursos hasta el Tribunal Supremo, se están tramitando tres demandas españolas contra el exdirigente etarra.

El Tribunal de Apelación de París ya ha dado el visto bueno para dos de ellas -recurridas por la defensa ante el Supremo- por el atentado de Zaragoza de 1987 y por la financiación de ETA a través de las "herriko tabernas".

Una tercera, para la que se espera un dictamen el 18 de noviembre, es por el asesinato en junio de 1980 en Vitoria del directivo de la factoría de Michelin Luis Hergueta.