Un joven de 25 años ha sido detenido como presunto autor del homicidio del hombre hallado muerto el pasado mes de agosto en Lasarte (Guipúzcoa) tras declarase un incendio en su domicilio, que al parecer provocó el acusado para intentar ocultar el crimen, cuyo móvil fue el robo.

El arrestado, que ya ha ingresado en prisión, logró un botín de 40 euros de la víctima, Benito Mugika Illarramendi, de 60 años, conocido en el mundo del balonmano de base de Guipúzcoa ya que fue seleccionador de Euskadi en varias categorías inferiores de esta disciplina deportiva.

Mugika Illarramendi le había invitado a su casa el mismo día de los hechos, el 16 de agosto, ha informado hoy el departamento vasco de Interior. Sobre las once de la noche de ese día, el centro de SOS Deiak fue alertado de un incendio en un inmueble de la plaza de Urdaburu, adonde se desplazaron los bomberos, que consiguieron extinguir las llamas en pocos minutos y descubrieron el cadáver.

El cuerpo presentaba "evidentes signos de muerte violenta", con al menos nueve heridas de arma blanca, y tenía el rostro tapado con una prenda de vestir, que el autor del homicidio utilizó probablemente para evitar que el hombre gritara durante la agresión, explica Interior en un comunicado.

La Ertzaintza, que halló un cuchillo con restos de sangre, presumiblemente el arma utilizada para perpetrar el crimen, inició entonces una investigación, que le permitió ir descartando sospechosos gracias a rastros de ADN y dactilares, además de otras evidencias obtenidas por los forenses.

Un análisis "minucioso" de la actividades de la víctima y de las llamadas telefónicas realizadas acabó cerrando el cerco en torno a un único presunto autor, un joven de 25 años, vecino de San Sebastián, del que Interior no ha facilitado sus iniciales.

Interior precisa que el acusado, detenido el día 6 de septiembre y puesto a disposición judicial el martes, carece de antecedentes penales, lo que "dificultó" que se le considerara el "principal sospechoso". Agrega que, según las averiguaciones policiales, el joven mató a Benito Mugika y luego le sustrajo la cartera, en la que no había tarjetas de crédito ni objetos de valor, sólo "los escasos" 40 euros de los que se apropió. También se apoderó del teléfono móvil, del que se deshizo junto con la cartera el mismo día del crimen.

Para tratar de ocultar el homicidio, roció la habitación con una botella de alcohol y la prendió fuego "con la clara intención de provocar un incendio que hiciera desaparecer evidencias del delito y las pruebas que le relacionaban con él".