Susanna Maiolo, la joven italo-suiza de 25 años que ayer hizo caer al Papa al inicio de la Misa del Gallo para intentar abrazarle, ya intentó hacer lo mismo el 24 de diciembre del año pasado sin éxito. Ahora, deberá enfrentarse a la justicia vaticana, aunque, como advirtió el portavoz de la Santa Sede, monseñor Federico Lombardi, en general ésta suele ser "benévola".

Las imágenes de una joven con una sudadera con capucha roja saltando una valla y abalanzándose hacia el Papa han dado la vuelta al mundo. Al parecer, según indicó Lombardi, la joven, con problemas psicológicos, ya había intentado el año pasado sin éxito llegar hasta el Pontífice. Entonces, al término de la misa, la mujer, que iba vestida con la misma prenda roja que ahora, intentó saltar la valla y acercarse al Pontífice, pero fue bloqueada por un agente de la Gendermería vaticana.

Dificultades para un control personal

Ante esta circunstancia y la reincidencia de la mujer, monseñor Lombardi explicó hoy que Maiolo "no pareció particularmente peligrosa" cuando intentó el año pasado acercarse al Papa y subrayó que aunque se hubiera querido impedir que no estuviera ayer en la Basílica "cuando hay tantas personas que entran juntas los controles personales son difíciles".

Por ello, anoche, la joven logró su objetivo, pero fue detenida por las fuerzas de seguridad vaticanas y se encuentra ingresada en un centro médico. Así lo indicó esta mañana la Santa Sede en un comunicado, aclarando que la joven "no estaba armada pero manifiesta signos de desequilibrio psicológico y ha sido ingresada en un centro sanitario, para ser sometida a tratamiento".

Maiolo "superó una barrera y pese a la intervención de la seguridad, consiguió llegar hasta el Santo Padre y agarrar el palio, haciendo que éste perdiera el equilibrio y que cayera a tierra", ha relatado el Vaticano. Lombardi no ha aclarado si se emprenderán acciones judiciales contra Maiolo, limitándose a señalar que "la justicia de la Santa Sede es en general muy benévola".

"La seguridad no sepuede blindar"

En cuanto a la preocupación por la seguridad del Pontífice que el suceso de ayer ha provocado --y que se produce poco más de una semana después de que otro desequilibrado atacara al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, golpeándole con una estatuilla--, Lombardi ha tratado de minimizar lo ocurrido.

Según el portavoz, "la seguridad no se puede blindar al cien por cien si no es creando un muro divisor entre el Pontífice y sus fieles, algo impensable", teniendo en cuenta que al Santo Padre le gusta estar cerca de los fieles. Las fuerzas de seguridad vaticanas, aunque actúen rápido, no pueden evitar que se produzcan estos hechos, ha añadido.

No obstante, ha reconocido que "de cada episodio se puede sacar alguna lección, así que se intensificará la seguridad pero esto lo decidirá quien corresponde". "Sin embargo, hay que abandonar la ilusión de que exista un riesgo cero", ha insistido.

Sin consecuencias para el Papa

Según Lombardi, la caída no ha provocado "ninguna consecuencia física para el Papa", que de hecho esta mañana pronunció el tradicional mensaje Urbi et orbi y anoche festejó con sus ayudantes, una vez terminada la Misa del Gallo, la Navidad comiendo panetone, un bizcocho navideño típico en Italia, lo que atestigua "su serenidad".

No le ocurrió lo mismo al cardenal Roger Etchegaray, quien al caer junto al Papa al suelo "se ha roto la cabeza del fémur y está ingresado en el Policlínico Gemelli", según la Santa Sede, que ha precisado que el cardenal "deberá ser sometido a una operación en los próximos días".