Son las cuatro de la tarde, la hora del café. 14 individuos yacen sobre confortables butacas de reluciente escay negro en una estancia de paredes verdes, un mural tapizado con la enorme foto de una medusa cristalina y luz. Mucha luz.

No es el chill out de ningún club, sino el área de descanso del Instituto de Ciencias Fotónicas (Icfo), que desde el 2005 goza de un nuevo edificio en el Parque Mediterránep de la Tecnología, en Castelldefels (Barcelona). Los 14 son brillantes universitarios dando un respiro a sus neuronas. Los chicos recibieron una de las becas de verano que ofrecen la Obra Social de Caixa Catalunya y el mismo Icfo. Han sacrificado sus vacaciones para adentrarse en el mundo de la investigación puntera, participando activamente en los proyectos del centro sobre aspectos básicos o aplicados de la luz, tanto la visible como la que no detectan nuestros ojos: rayos ultravioleta, infrarrojos, microondas...

Prácticas de laboratorio

Los elegidos son, sobre todo, físicos e ingenieros de procedencia española, irlandesa, italiana, polaca y argentina. La minuciosa selección de entre más de cien solicitudes buscó las trayectorias y los expedientes más impecables.

A estas alturas, se dan ya por más que satisfechos. "Lo que más me gusta es que hay muy poca teoría, el 90% del tiempo lo pasamos en el laboratorio", explica Piotr Sleczkovsky, polaco de 24 años que ostenta un inmaculado currículo tras cursar Ingeniería Química y Nanobiofotónica molecular. El 10% restante lo dedican a seminarios en los que los jefes de cada proyecto explican los detalles de su trabajo. "Lo mejor es que aprendes de los otros grupos", añade Pablo Rosado, estudiante de Física de la Universidad de Sevilla.

"Tuve muchísima suerte con esta beca, era lo que deseaba", declara Marta Castro, ingeniera de Telecomunicaciones de la Universidad de Vigo y máster de Nanotecnología de la Universidad de Barcelona. Su colaboración con el grupo de nanofotónica molecular le ha venido como anillo al dedo ya que le servirá para su trabajo de máster. Pero lo que más valora Castro es haber descubierto su vocación: "Ahora estoy segura de que me quiero dedicar a la investigación. Me encantaría quedarme".

Cohesión y motivación

Para Isabel Rubio, estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones de la Universidad de Málaga, "el objetivo no está en adentrarme en un proyecto, sino en conocer a gente, saber qué hacen los demás y hablar inglés". El Icfo no pasa por alto estos aspectos en su lista de actividades. Ha organizado visitas a los asépticos y modernísimos laboratorios del centro y al congreso Euroscience Open Forum que se celebró en Barcelona en julio, y jornadas deportivas en el canal olímpico de Castelldefels. Así, el Icfo ha conseguido un grupo de cerebros bien cohesionado y con motivación para seguir investigando.

El aperitivo científico ha encarado los jóvenes talentos a los éxitos y fracasos inherentes a cualquier investigación. Incluso algunos ya han cuestionado la utilidad de su trabajo con una clásica sentencia: "Quizá lo que hacemos no sirva para nada". Ante la duda, seguirán adelante para demostrarlo o, en el mejor de los casos, descartarlo.