La engañosa sensación de energía sin límite y brillantez intelectual que provoca en un principio el consumo de cocaína ha multiplicado la difusión de este alcaloide estimulante en España, en especial, entre los adolescentes de 14 a 18 años. En esa franja de edad, los españoles encabezan el consumo de coca de toda la UE, según datos del Plan Nacional sobre Drogas (PND), que ha lanzado varias alertas sanitarias recordando que se trata de la sustancia con más capacidad adictiva, mayor dificultad para percibir su toxicidad y peores consecuencias fisiológicas y psíquicas.

En el 2004, un 3,6% de los adolescentes españoles declararon haber tomado coca en los 30 días anteriores a la encuesta epidemiológica del PND, un porcentaje que triplica al detectado en el 2000. La adicción a esta droga entre la población de 20 a 29 años es la que motiva más inicios de tratamiento por toxicomanías en los hospitales españoles, informa el Ministerio de Sanidad. Esas peticiones de ayuda siempre se producen cuando las consecuencias de la adicción alcanzan límites extremos, aseguran los toxicólogos.

"Es la droga que más cuesta dejar y la que induce una mayor falsa sensación de control", afirma la psiquiatra Marta Torrents, responsable de toxicomanías en el Hospital del Mar. "Estamos en plena epidemia de coca y la sociedad apenas es consciente de que se trata de una droga tanto o más peligrosa que la heroína --añade--. A diferencia del heroinómano, el adicto a la coca no tiene un tratamiento que le ayude a dejarla".

La cocaína, explica la psiquiatra, crea adicción absoluta aunque no se consuma a diario. "Una de sus características es que te deja reposar incluso una semana, y entonces reaparecen las ganas de tomarla con toda su potencia inicial", describe Torrents.

El efecto físico más frecuente y conocido del consumo de coca son las arrítmias cardiacas y la taquicardia, además de la pérdida de sueño y apetito, que no siempre se interpretan como síntomas negativos ya que permiten simular una actividad fuera de límite. El tabaco afecta a la salud física, y el consumo excesivo de alcohol, se nota y marea. Es una destrucción indiscriminada que incluye la pérdida de noción de realidad. El cocainómano entra en estados paranoicos que le hacen decir y pensar con total convicción cosas que los demás no perciben".