La familia de Terri Schiavo y sus poderosos aliados, el presidente de EEUU, George Bush, y el Congreso dominado por los republicanos, recibieron ayer un duro golpe cuando un juez federal en Tampa (Florida) respaldó el derecho de esta mujer a morir con dignidad. Tras casi una jornada de deliberación, el magistrado James Whittemore rechazó que se la vuelva a conectar a la sonda que la alimenta artificialmente desde hace 15 años, como reclamaban sus padres, quienes recurrieron ante el Tribunal Federal de Apelaciones de Atlanta (Georgia).

"Este tribunal concluye que la vida y la libertad de Theresa Schiavo fueron adecuadamente protegidos por el extenso proceso legal que le proporcionaron los tribunales de Florida", explicó el juez Whittemore en una sentencia de 13 páginas.

Nombrado por el expresidente demócrata Bill Clinton, el juez fue seleccionado al azar por un ordenador cuando el Congreso y Bush forzaron la revisión del caso Schiavo por los tribunales federales, por medio de una ley aprobada de urgencia el lunes. Previamente, la jurisdicción federal había rechazado el caso, por considerar que correspondía a los tribunales estatales de Florida, donde Schiavo reside.

EL CUARTO DIA "Esperamos tener éxito en la apelación", declaró ayer el letrado George Tragos, que representa a los padres de Terri, Robert y Mary Schiavo. Sin embargo, varios expertos legales declararon a la cadena de televisión CNN que sus perspectivas de triunfo son escasas. Anoche, no se sabía cuándo emitiría su dictamen el trío de magistrados que está revisando el caso, pero se contaba con que los padres acudiesen hasta el Tribunal Supremo en Washington, en caso de que el veredicto fuese de nuevo negativo para ellos.

Terri, que tiene 41 años, cumplió ayer por la tarde su cuarta jornada sin alimentación artificial, tras haber sido desconectada de la sonda el viernes por orden judicial. La enferma, que se encuentra en "estado vegetativo persistente" desde 1990, podría tardar hasta dos semanas en fallecer, pero se apagaría de forma apacible y sin dolores a causa de su progresiva deshidratación, explicaron fuentes médicas.

El futuro de Terri se ha convertido en un drama nacional en EEUU, politizado por la intervención en el caso de la mayoría conservadora que controla el Congreso, con la ayuda de Bush, que se alineó con los religiosos ultraconservadores que piden la reconexión, y hasta acortó su fin de semana en Texas para regresar y firmar la ley con la que se intentó forzar la reintroducción de la alimentación.

"Esperamos que la familia tenga éxito en el proceso de apelación", declaró ayer el portavoz del presidente Bush, Scott McClellan. Además, recalcó que el mandatario "hubiera preferido una sentencia diferente".

EL HERMANO DE BUSH El presidente no es el único Bush que se está movilizando para imponer la alimentación artificial de Terri. Su hermano Jeb, gobernador de Florida, hizo público ayer su deseo de que la legislación estatal apruebe una ley que coloque a la enferma bajo su protección. Pero lo tiene muy difícil porque el Senado estatal de Florida rechazó la semana pasada una propuesta para intervenir.