Estaban en juego 500.000 antiguas monedas de plata y oro, la mayor fortuna jamás sacada de un barco hundido, y estas, una tras otra, tendrán que ser devueltas a España por la compañía de cazatesoros Odyssey Marine Exploration. Un juez estadounidense de Tampa (Florida) decidió ayer, tras un tumultuoso proceso de dos años, darle la razón al Gobierno. Odyssey, que ya ha anunciado que recurrirá contra la decisión, no tenía ningún derecho sobre el botín que capturó en mayo del 2007 en oscuras circunstancias. España sí, al entender el magistrado que el botín --valorado en 370 millones de euros-- procedía de Nuestra Señora de las Mercedes, un navío español hundido con más de 200 personas a bordo en 1804, frente a las costas portuguesas, por la flota inglesa.

"Tenemos que esperar a que concluya el proceso, pero es una decisión muy importante que sienta un precedente cara a acontecimientos futuros", dijo la ministra de Cultura, Angeles González-Sinde.

NO ES UNA SENTENCIA La medida judicial no es una sentencia, sino un informe y una recomendación, lo que comporta, según el ordenamiento procesal estadounidense, que tenga que ser ahora revisada por un magistrado superior. Los 10 días que el juez Mark Pizzo, quien considera que no tiene jurisdicción sobre el caso, ha dado a Odyssey para que reembolse el tesoro a España, por tanto, no comenzarán a contar hasta entonces. Pero la decisión se entronca en un importante precedente establecido el 20 de febrero del 2001: ese día, el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó que las fragatas El Juno y La Galga, hundidas frente a la costas del estado de Virginia hace más de 200 años, pertenecían a España.

¿Por qué, si el cargamento de 17 toneladas con las 500.000 monedas fue hallado frente a las costas portuguesas, el conflicto se ha dirimido en un juzgado de Florida? Porque Odyssey, que cuenta con la mejor tecnología para la investigación submarina, se llevó hasta allí el tesoro en secreto, como suele hacer cuando encuentra un cargamento así.

El 18 de mayo del 2007, la compañía norteamericana anunció su hallazgo, en una operación a la que bautizó como Black Swan (Cisne Negro). España reclamó entonces la propiedad del tesoro, pero este ya se hallaba a buen recaudo, en suelo estadounidense. Entonces empezó un complicado proceso.

La empresa Odyssey recurrirá la decisión en los próximos 10 días. A través de un comunicado, explicaron que no hay pruebas suficientes para concluir que las monedas proceden del barco Las Mercedes y que tienen documentación que prueba que la mayoría del tesoro pertenecía a individuos privados, por lo que los legítimos propietarios --junto a Odyssey-- serían sus herederos.