La jueza de Roma Angela Salvio emitió ayer una sentencia en la que rechaza el derecho a morir que reclama Piergiorgio Welby, de 62 años, que sufre un distrofia muscular progresiva desde hace 40 años. La magistrada argumenta que la petición de Welby no está amparada por la leyes italianas y que por lo tanto la demanda de desconectarle de las máquinas que le mantienen con vida no puede ser atendida. "Solo la determinación política y legislativa" puede "llenar el vacío legal", añade Salvio en su resolución.

Welby vive inmovilizado en una cama, respira con un ventilador pulmonar, mueve solo los ojos y consigue transmitir algunas palabras, de tono metálico, gracias a un sintetizador.

El caso mantiene en vilo a la opinión pública italiana desde hace semanas y ha abierto un debate en el que se han visto implicadas todas las instituciones del Estado. Anoche se organizaron vigilias de solidaridad en 50 ciudades italianas, Bruselas y Londres, a las que han adherido 210 parlamentarios. Casi 300 personas han realizado una cadena de huelgas de hambre.

"He informado a Piergiorgio de la decisión del tribunal", reveló Marco Cappato, europarlamentario por el Partido Radical