El biketrial podría ser considerado como el hermano pequeño del trial en moto, pero más respetuoso con el medio ambiente. No es una disciplina muy habitual, pero Extremadura cuenta con un biker en la élite. Se trata de Darío Castañares, un joven de Jaraíz de la Vera que acaba de cumplir 17 años. A tan temprana edad acaba de afrontar el Campeonato del Mundo de biketrial. Pero antes de contar su historia, sería conveniente explicar cómo es este deporte.

El material es sencillo: una bicicleta, aunque eso sí, no vale una cualquiera. Son bicicletas especiales, carecen de sillín, tienen frenos de disco en ambos ejes y el tamaño de sus ruedas es distinto al de una convencional. El deporte tampoco es difícil de entender, pero sí algo más complicado de realizar. El piloto debe hacer un recorrido fijado en el menor tiempo posible y, eso sí, con mucho, pero mucho, equilibrio, por encima de obstáculos naturales o artificiales. Las 'zonas', que así se llama a la pista por la que debe dirigirse el piloto, está señalizada por flechas de colores según la categoría. Para realizar este recorrido, el competidor tiene un tiempo limitado.

Una vez dadas unas pequeñas notas sobre el biketrial, es el momento de volver con el protagonista de la historia. Darío, después de hacer un meritorio tercer puesto en el Campeonato de España, se desplazó para la primera prueba del Mundial a la República Checa ¡en coche! "Salimos el miércoles y llegamos allí el viernes; verificamos la bici y la licencia y rellené todo lo necesario para competir". En esta primera prueba, en Brezova, terminó en la decimoquinta posición por un problema en la alimentación. "Empecé muy fuerte y no comí como tenía que haberlo echo. Así que me vine abajo". Y es que las pájaras que se sufren en las pruebas de resistencia de ciclismo también se sufren en esta modalidad.

La segunda prueba fue en territorio nacional. Se disputó en la localidad gerundense de San Miguel de Campmajor. Allí, el joven piloto jaraiceño tuvo una buena actuación. Terminó séptimo, lo que le dejó en la decimoprimera posición en la general, en unas condiciones cuanto menos malas. "Las zonas estaban totalmente embarradas por la lluvia; el sitio era precioso, pero fue decepcionante por las condiciones".

Para hacerse una idea de lo mal que estaba el trayecto, Darío explica cómo fueron las penalizaciones en la categoría más alta: "En las dos vueltas del trayecto solo se podían apoyar 100 pies, pues el campeón de la categoría hizo 84".

Acaba undécimo en el Campeonato del Mundo no parece mucha recompensa, pero con 17 años tiene margen para mejorar. Ahora se prepara para poder conseguir metas más altas, sin olvidarse de los que le apoyaron. "He podido ir al Mundial gracias a la ayuda de mis padres y la de los patrocinadores".