La Fiscalía y la Asociación de Víctimas del Metro 3 de Julio (AVM3J) han cerrado un pacto por el que serán condenados a 22 meses de cárcel, que no cumplirán, y a una inhabilitación. «La condena responde 100% a lo que buscábamos», explica a EL PERIÓDICO Beatriz Garrote, presidenta de la asociación durante muchos años. Los que fueran jefes de aquella línea 1 (el director de explotación, el director técnico de la empresa y el responsable de la auditoría de seguridad) asumirán que el accidente pudo evitarse con una mejor gestión.

«Señala dónde estaban las responsabilidades en la cadena de dirección y apunta a un montón de culpables que se quedan fuera pero que están ahí», remarca la que ha sido una de las caras de esta larga lucha y que perdió a una de sus hermanas en el accidente.

Otra de ellas, Rosa Garrote, cogió su relevo al frente del grupo y coincide con Beatriz. «Es un triunfo inapelable, la responsabilidad no se podía quedar en el último eslabón de la cadena, en el conductor, y para mí casi tiene más mérito que lo reconozcan ellos que si lo hubiera impuesto una sentencia», asegura.

El pacto asume la que siempre ha sido la tesis de las víctimas: que hubo un exceso de velocidad, sí, pero que «la empresa no puso las medidas efectivas para frenar el tren».

Tras ganar una lucha tan desigual y tan larga, hay a quien le puede saber a poco la sentencia, pero no así a la asociación. «Hay muchos amigos, gente que te conoce y te dice al final no va a entrar nadie en la cárcel o no os van a decir quién fue el culpable», retoma Beatriz. «Pero es que sabíamos que esta fase no iba a aportar esas luces. Confiábamos en la condena, pero no en que fuera mucho mayor y no buscábamos una venganza personal», explica.

«Nos hemos encontrado con ese muro, pero poco a poco lo hemos derribado gracias a la Fiscalía y, sobre todo, a la Audiencia Provincial, que no nos daban la razón siempre pero sí que estaban por la labor de mirar todas las posibles circunstancias», explica Rosa.

«Nosotros hemos intentado abrir la investigación al resto de posibles factores, al estado de la vía, del vagón, a que no había una baliza que hubiera frenado al tren, pero a la instructora todo lo que no señalaba directamente al conductor no lo veía relevante», recuerda Rosa.