Después de seis semanas y 22 jornadas de testimonios, seguidos por un profuso circo mediático, el juicio por la muerte de Michael Jackson ha quedado este jueves visto para sentencia en Los Ángeles. En su alegato final, la fiscalía sostuvo que hay pruebas "abrumadoras y suficientemente claras" de que el médico personal del cantante, Conrad Murray, le causó la muerte por "una negligencia criminal". La defensa, sin embargo, trató de presentar a su cliente, que ha preferido no declarar durante el juicio, como un cabeza de turco. "¿Acaso estaría hoy aquí el doctor si la víctima no hubiera sido Michael Jackson?", alegó su abogado.

Los doce miembros del jurado comenzarán este mismo viernes las deliberaciones para emitir un veredicto. Lo que está claro es que Jackson murió por una "intoxicación aguda de propofol", un anéstesico quirúrgico que Murray comenzó a administrarle dos meses antes de su muerte, ocurrida el 25 de junio del 2009, para ayudarle a combatir el insomnio, combinada con otros dos sedantes, según el juez de instrucción del condado de Los Ángeles. Le toca ahora al jurado decidir si fue el autor de Thriller quien se administró la sobredosis aprovechando el despiste de su médico o fue Murray quien se desentendió de su paciente tras excederse en la dosis.

Basándose en los registros telefónicos de la noche fatídica, el fiscal recordó en su alegato final que Murray estaba hablando con una camarera de Houston cuando se dio cuenta de que su paciente había dejado de respirar y tardó 20 minutos en llamar a un guarda de seguridad para que pidiera una ambulancia. "¿Estaba Murray en otra habitación?¿Pidió Michael Jackson ayuda? ¿Jadeó? ¿Se asfixió? No lo sabemos ni lo sabremos nunca por el descuido y la negligencia de Conrad Murray", subrayó el fiscal.

Si el jurado decide finalmente en su contra y le acaba acusando de homicidio involuntario, el cardiólogo contratado por el cantante para supervisar su puesta a punto previa a los 50 conciertos en Londres de la gira This is It? se enfrenta a una pena de cuatro años de prisión y la pérdida de la licencia para ejercer la medicina. Murray, dijeron sus abogados en el alegato final, "no era más que un pez en un estanque grande y sucio".