Shaso Miah es un tipo de 25 años con malas pulgas. Un día de agosto pasado, su visita a una sucursal de la banca Lloyds en el barrio londinense de East Ham acabó violentamente. Mientras Miah esperaba a ser atendido, se enzarzó en una disputa con otro cliente sobre quién estaba antes en la cola. De las palabras, Miah pasó a los puños, dejando a Mohammed Furcan tendido en el suelo con la mandíbula rota.

La policía dio más tarde con el atacante, no porque le remordiera la conciencia y decidiera confesar su culpa, sino porque alguien tomó el número de la matrícula de su coche. Lo que los agentes no sabían, ni seguramente les importaba, es que el agresor, musulmán como la víctima, había ido al banco directamente desde la mezquita. El detalle, sin embargo, ha resultado tener su importancia.

La visita al templo y el hecho de ser un hombre de fe le ha salvado de la prisión en una sentencia que ha provocado una queja formal contra Cherie Booth. La esposa del exprimer ministro británico Tony Blair era la jueza del caso y decidió suspender una condena de seis meses de cárcel, aludiendo a la falta de antecedentes, pero también a otros motivos extrajudiciales.

"Voy a suspender la sentencia por un periodo de dos años porque usted es una persona religiosa y no ha tenido antes problemas con la justicia", anunció la letrada. "Ha causado fracturas leves en la mandíbula a un ciudadano que estaba en la cola del Lloyds Bank. Usted es un hombre religioso y sabe que ese comportamiento es inaceptable", dijo a modo de regañina. El culpable salía por la puerta con el requisito de cumplir 200 horas de servicios comunitarios.

La señora Blair es una fervorosa católica y en ese credo ha educado a sus hijos. No fue ninguna sorpresa la conversión de su marido al catolicismo poco después de dejar Downing Street, cuando ya no importaba la reacción de los votantes anglicanos. Pero es preocupante que como magistrada Cherie pueda considerar un eximente la fe religiosa. Así lo estima la Sociedad Nacional Secular, que ha depositado una reclamación en la Oficina de Quejas Judiciales. La organización, que vela por la separación de poderes entre Iglesia y Estado, acusa a Cherie de haber tomado una decisión "discriminatoria e injusta". Su presidente, Terry Sanderson, se pregunta "qué hubiera pasado si (el agresor) hubiera sido un ateo".

El veredicto a Miah parece indicar que "si se hubiera tratado de una persona no religiosa no la habría tratado con la misma benevolencia". Sanderson querría saber "si la señora Blair-Booth se habría negado a suspender la sentencia con el argumento de que los no creyentes no poseen los principios suficientes para saber que golpear en la cara sin razón no es lo correcto".

La Oficina de Quejas Judiciales, una institución creada hace cuatro años para estudiar las demandas contra los miembros de la judicatura, podría pedir a Cherie una explicación por escrito. También, en una última e improbable instancia, podría nombrar a un juez para llevar a cabo una investigación y decidir una sanción disciplinaria. La sangre no llegará al río pero para Sanderson "es un caso muy preocupante de discriminación, que parece mostrar que la gente religiosa tiene un tratamiento diferente en el tribunal de Cherie Blair".