La ley británica no permite ayudar a morir, pero la justicia prefiere hacer la vista gorda. La Fiscalía de la Corona, por ejemplo, optó esta semana por no procesar a los padres de un joven tetrapléjico de 23 años, al que acompañaron a la clínica Dignitas de Suiza. Daniel James, estudiante de ingeniería, sufrió en el 2007 un accidente jugando al rugby, que le dejó paralizado desde la altura del pecho. Su situación le pareció insoportable.

Muy independiente, desde que los médicos le dijeron que no tendría posibilidades de recuperación, trató de suicidarse en tres ocasiones. "Cada día que pasa tengo la esperanza de que sea el último", había escrito. A pesar de la oposición de sus padres, Daniel decidió terminar sus días en la famosa clínica en septiembre.