En la Inglaterra de los años 70 donde vivía Alvaro Pombo, recibir desde España la primera edición de su primer libro de cuentos (Relatos sobre la falta de sustancia ) le conmovió. Había publicado un poemario y se planteaba regresar a su país. Cuando lo hizo tuvo que esperar cinco años, hasta 1983, para publicar El héroe de las mansardas de Mansard . Pero, según él, su mejor época llegó en los 90. En 1990 recibió el premio de la Crítica por El metro de platino iridiado y once años después el Nacional de Narrativa por El cielo raso . Ahora, acaba de ser elegido académico de la Lengua.

Pombo tiene 65 años. Es un hombre de cintura enorme. Resopla mientras habla y pugna por no ahogarse en sus propias palabras. Quiere decirse que tiene un discurso torrencial, que sale disparado en múltiples direcciones y a veces pierde su sentido. Así que en el tiempo de la entrevista respondió a tres preguntas, que versaron sobre la vanidad, la bondad y la novela que escribe, ambientada parcialmente en el México de 1926, pero Pombo apenas dejó un apunte: cómo olvidar lo histórico y elaborar su sustancia narrativa.

LECTURAS

"La carrera literaria es una feria de vanidades y no debería serlo", dice Pombo, que se declara vanidoso, pero a la vez prudente para evitar "inflarse como un globo". No es vanidad, dice la literatura en proceso de creación o la lectura de los libros. Pero en cuanto uno frecuenta los medios de comunicación, los premios, los títulos honoríficos "roza la vanidad".

Es vanidad hablar alto, como si predicara (grita aquí Pombo), lo contrario del Mesías, del que se decía que "no voceará en las plazas" (aquí Pombo introduce la figura de Cristo que reaparecerá a continuación).

La bondad es uno de los temas literarios del escritor, que aborda desde la idea de "obrar rectamente, de decir la verdad, de echar una mano". Pero su práctica es difícil en "una época de decepciones o del aprendizaje de la sospecha". En una novela como Tu nombre mañana , de Javier Marías, aparece la representación pura del bien en el personaje del padre del protagonista. "Yo he procurado acercarme por esa vía". Así, al protagonista de El cielo raso le dice un jesuita que alfabetice, cuando le pregunta qué puede hacer. "Aquí no hay vanidad, sino amistad, apoyo mutuo, sentimiento de pertenencia a una onda creadora. Jesús habla de injertarse en el gran tronco de la vida".

Pombo, que es cristiano, se muestra crítico con la Iglesia. "Debería revisar su ética sexual. No se puede llamar pecado al amor entre las criaturas (como el que se tienen los homosexuales). Recuerde que las mujeres eran pecado por el hecho de ser mujeres. Qué pasa con mezclarse. Jesús se mezcló con todo el personal. Por otro lado, tampoco han reconocido su papel en la guerra civil española. Prefieren la hipocresía".