La revista cultural Qazris acaba de sacar un nuevo número, tras mucho tiempo sin salir a la calle. Por este motivo, Antonio Martín Cancho, su director, habla de diferentes aspectos de la realidad extremeña.

--Dice en su editorial que a Extremadura le sobran tutelas y le faltan arrestos. ¿Habla usted de la cultura de la subvención?

--La subvención es positiva. Es el mecenazgo de nuestro tiempo, una manera de compensar deficiencias. Yo me refería a que la subvención debe estar bien dirigida, no burocratizada en exceso... La cultura está subvencionada de la misma manera que lo está la salud. ¿Por qué no iba a estarlo? En cultura necesitamos el apoyo de las instituciones porque a Extremadura todavía le queda mucho camino que recorrer para crear un tejido empresarial que pudiese articular mecanismos de mezenazgo.

--También se manifiesta usted en contra de la refinería, pese a que curiosamente en las zonas afectadas el voto ha sido mayoritario para los que apoyan su implantación...

--Los medios pueden vender cualquier cosa. Creo que la refinería es un proyecto anacrónico. Estamos en el fin de la era del petróleo, apoyamos las energías alternativas y, de pronto, queremos hacer un oleoducto hasta el mar. Es aberrante.

--En la polémica del Womad, comentaba un hostelero que "Retales Manolo tendrá muy buenas telas, pero nunca será el Corte Inglés".

--Bueno tampoco sé muy bien qué tiene el Corte Inglés, aparte de muchas luces y oropeles. Podría ser que Retales Manolo tuviera alguna joya, alguna tela marinera escondida tras sus anaqueles. Deberíamos apostar por nuestra propia gestión y abandonar ese complejo de inferioridad tan arraigado en Extremadura.

--En el mundo de la cultura, ¿se puede sobrevivir sin la Junta?

--La Junta es la mayor empresa de Extremadura e ir contra ella puede, en muchos casos, significar la muerte por inanición.

--En ese caso, cuando esté la refinería, ¿ir contra ella será también la muerte?

--Yo creo que la refinería no se va a hacer nunca. Todavía no entiendo muy bien ese empecinamiento. Y si se hace, pienso como muchos, que nunca se pondrá en funcionamiento. Creo que el 80 por ciento del PSOE no se cree la refinería, lo que pasa es que no lo dicen.

--Responda usted a la pregunta que lanzaba en su editorial: ¿Qué fue de aquel Cáceres de los ochenta que rezumaba propuestas culturales?

--Hemos deslabazado el gazpacho. Hemos generado una ciudad mastodóntica, con grandes barriadas sin sentido y con la mitad de los pisos vacíos, con planes urbanísticos mercantilistas... La Universidad nunca debió salir del casco urbano. Otro complejo. Si atendemos a los complejos de inferioridad, Badajoz tenía campus y, claro, Cáceres tenía que tenerlo. Ahora van a tener que cerrar facultades porque no hay alumnos. Faltó visión de futuro y debería exigirse responsabilidades a los dirigentes de la Universidad de aquella época por haber apostado por un modelo que iba a estar caduco en cuestión de 15 años. Las facultades deberían volver a la ciudad. No es imposible dar marcha atrás.