"Con mucha ilusión, y con muchas ganas". Así se incorporan a la Justicia extremeña los ocho nuevos jueces y dos fiscales que ayer juraron o prometieron su cargo en la sede del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura en Cáceres. Muy jóvenes, todos han finalizado el periodo de prácticas en Barcelona y han recibido del rey Juan Carlos sus correspondientes despachos.

Ahora, arropados por el presidente de la Sala de Gobierno, Julio Márquez de Prado, el fiscal superior de Extremadura, Aurelio Blanco, otros magistrados y, ante todo, sus familiares, regresan cargados de esperanzas e ilusión para desempeñar su cargo "con humildad, sentido común y honestidad". Siempre se asocia la palabra ´juez´ al sexo masculino, pero quizá la peculiaridad más importante en este caso es que el número de mujeres supera notablemente al de hombres.

María José Herrera es una de ellas. Nació en Almendralejo y ha sido destinada al juzgado de Villafranca de los Barros. Confiesa que desarrollará su trabajo "con toda la humildad del mundo e intentando aplicar lo mejor posible los conocimientos teóricos que tengo". Intentará abrirse camino poco a poco, ya que confiesa que "en ocasiones se advierten más dificultades en el trato por parte de otros profesionales por el hecho de ser mujer". Pero no se dará por vencida: "espero y deseo con todas mis fuerzas que eso en un futuro cambie y que podamos ejercer nuestras funciones en condiciones de igualdad absoluta".

María de Lara Sánchez Vera nació en Zalamea de la Serena y estudió en Sevilla tanto la carrera como la oposición. Ahora ha querido volver para "ayudar a mi tierra desempeñando mi labor". Afirma que la justicia "es ante todo un servicio al ciudadano, debe generar muchísimo respeto, muchísima ilusión. Justicia es dar a cada uno lo suyo, ser imparcial y hacerlo con la mayor honestidad posible y la mayor humildad". Y según María de Lara, jueces hombres o mujeres solo pueden conseguirlo "con muchísimo esfuerzo y muchísima constancia".

Los chicos, a pesar de ser escasos en este acto, también han dejado huella. José María Mateo no es extremeño, nació en Salamanca, pero ha preferido desarrollar aquí su profesión, además de por la cercanía, "porque siempre me ha gustado Extremadura". Define la justicia como "un valor superior, y personalmente una vocación. Lo afronto con mucha ilusión y espero hacerlo muy bien".

Confiesa que en la carrera judicial "hay mayoría de mujeres", y que además, "ellas suelen aprobar mejor la oposición que nosotros", lo que explica que en esta promoción de la Escuela Judicial haya un 60% de mujeres frente a un 40% de hombres. Pero siempre convencidos de que una aportación a la Justicia es un beneficio a toda sociedad.