Con las ideas muy claras sobre el mercado, Santiago Auserón, fundador de Radio Futura y de su alter ego Juan Perro, presenta hoy (22 horas) en el Auditorio de Cáceres su último trabajo titulado Las malas lenguas . Junto a su hermano Luis, ofrece en castellano versiones de clásicos del rock.

--¿Por qué esa apuesta?

--Es un trabajo igual de importante que el de Radio Futura o hacer canciones nuevas. Exige más dedicación. Son temas muy importantes porque en ellos está reflejado un momento histórico clave. Canciones de una época que tiene chispa, electricidad y una energía muy particular. Queremos que no se olviden en un momento de crisis para la música y mantener esa fe en esas canciones del rhythm blues, el soul y el rock y compartirlas con las nuevas generaciones.

--¿Para qué sirve hoy la música?

--Como siempre, para hacer la vida más llevadera, más bella, y para demostrar que en el trabajo cotidiano cabe el arte.

--¿Qué queda de la movida?

--A mí las vueltas no me gustan. Me gusta la memoria, pero llevarla hacia adelante. Me gusta la tradición poética del rock. No me gusta recordar la movida como si no hubiéramos hecho nada más en la vida. Fueron unos años interesantes, pero lo que no me gusta es la gente que hoy no se mueve y se dedica a recordarla. Yo me sigo moviendo.

--¿Volverá Juan Perro?

--No lo descarto, pero tendré que hablar con él (entre risas).

--¿Está harto del mercado?

--La música española se distingue de la europea y la americana por su exagerada vulgaridad. No me parece mal Operación Triunfo ni el famoso Opá . Tiene que haber de todo, aunque no me gusta. Lo que me parece un problema social grave es que los medios públicos bloqueen la cultura con esos fenómenos y no dejen sitio a nada más, sabiendo que en las ciudades hay buenos grupos de rock y de músicas experimentales. No hay sellos, ni medios ni sitios dónde tocar. Es una tragedia cultural.

--El Emule, ¿aliado o enemigo?

--No va a haber derecho ni jurisprudencia que sea capaz de controlar lo que la tecnología ha creado. Tendremos que asumir las consecuencias y ser valientes para adivinar qué va a pasar, pero tampoco es plan pedirle a los músicos que trabajen gratis.