El capitalismo ético también existe y Bill Gates, creador del imperio Microsoft, es uno de sus exponentes. Por esta razón, ayer, el jurado del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional resolvió entregar su galardón anual a la fundación que este magnate y su esposa Melinda promueven desde el 2000 y que en los últimos cinco años ha donado más de 8.000 millones de euros a proyectos de desarrollo en los países pobres y a programas de lucha contra las enfermedades que afectan a las zonas más desfavorecidas.

Considerado uno de los hombres más ricos del mundo (su fortuna alcanza los 36.500 millones), Bill Gates levantó el gigante de la comunicación tecnológica Microsoft, al tiempo que se convertía en "un ejemplo de generosidad y filantropía", consta en el acta de un jurado que apostó por Gates entre las 28 candidaturas de 14 nacionalidades que aspiraban al galardón.

La candidatura de la Fundación Bill y Melinda Gates, con sede en Seattle (EEUU), fue propuesta por universidades e instituciones culturales de todo el mundo. El magnate "no es un capitalista normal, porque tiene una relación diferente con el dinero", declaró el empresario y miembro del jurado Manuel Díaz Ron. "Para él --añadió-- el dinero no es más que un método para hacer cosas".

Quienes conocen de cerca a los Gates aseguran que la gran impulsora de la solidaridad del millonario es su esposa Melinda, con la que comparte tres hijos. Ambos no solo dan dinero para atajar situaciones injustas, sino que se interesan y viajan a las zonas más depauperadas del planeta para conocer personalmente las necesidades de la pobreza.

La salud en los países subdesarrollados es uno de los temas que más preocupa a la fundación que cuenta con más activos en el mundo. En el 2005 donó 214 millones de euros para luchar contra la malaria.