De tanto llevarlo a cabo, terminaron por tener el método tremendamente afinado. Primero, iban las dos mujeres, de 64 y 25 años, que simulaban ser madre e hija. Aparecían por el hospital elegido y buscaban la zona de exploraciones. Ahí, en el mostrador, simulaban haber perdido el volante de su examen y preguntaban a qué hora se hacían las endoscopias. Si les respondían "se hacen por la tarde", ellas insistían en que creían que les tocaba por la mañana. "Aquí por la mañana no hay nadie", les contestaron más de una vez sin saber que, de esa forma, les estaban indicando a qué hora debían ir a robar.

Con esa información, al día siguiente regresaban. Primero entraban las mujeres, que exploraban el terreno, fijándose en dónde se colocaba el personal de seguridad y qué recorrido hacía. Además, probaban las puertas de todas las consultas. Si había alguien dentro, se excusaban diciendo que se habían equivocado. Si estaba cerrada, en cambio, la marcaban como objetivo pues era señal de que no había nadie. Entonces avisaban a los dos hombres. Uno de ellos, de 61 años era el primero en entrar colocándose estratégicamente para vigilar el pasillo. Cuando lo veía claro, llamaba a su hijo, de 33 años que, con una gorra bien calada, y una mochila vacía a la espalda, se dedicaba a forzar las cerraduras de esas salas y, una vez dentro, robar el material médico que buscaban, esencialmente endoscopios. "Las sondas endoscópicas no son equipos médicos muy grandes, con lo que le cabían en la mochila o la maleta de ruedas que solía llevar", explicó ayer el intendente Jordi Bescompte, jefe de la Divisió de Investigación Criminal de los Mossos d'Esquadra.

Con ese método, la banda, integrada por cuatro personas, todos ellos colombianos, tenía una actividad muy intensa. Desde su primer robo el 26 de julio actuaron en otros cinco centros hospitalarios catalanes, y se sospecha de otros cuatro robos en Valencia y Aragón. El grupo tenía en Colombia a un enlace a quien vendían ese material. Actuaban a la carta. A veces él les pedía un equipo concreto o bien ellos les decían lo que habían robado. Llegaban a vender por 600 euros endoscopios que en el mercado legal cuestan entre 40.000 y 90.000 euros.