Las incertidumbres que rodean al entorno económico mundial siguen siendo «elevadas» y aunque las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China están retrocediendo hay nuevos riesgos que suponen una nueva fuente de preocupación para el Banco Central Europeo como es el potencial impacto del coronavirus, alertó ayer su presidenta, Christine Lagarde, ante la comisión de asuntos económicos del Parlamento Europeo.

«Los riesgos relacionados con el comercio entre EEUU y China se han disipado pero tenemos noticias de China con el coronavirus y hay mucha incertidumbre sobre el resultado y los efectos que todo esto va a tener sobre la economía china y la economía mundial. Hay que mantenerse atentos y estar muy pendientes. Estas pandemias suelen tener efectos pero cuando se contienen las economías vuelven a crecer. Tenemos que ver como evoluciona la enfermedad, la propagación, con qué tiempos y en qué lugares», explicó durante su diálogo mensual con los eurodiputados.

Aún así, el diagnóstico del BCE no ha cambiado: la economía de la Eurozona crece de forma más modesta y sigue necesitando el escudo de la política monetaria, aunque hay señales de estabilización. Según explicó Lagarde, «la economía sigue siendo relativamente resiliente» y los sectores de servicios y construcción continúan «resistiendo bien». El consumo privado aumentó un 0,5% en el tercer trimestre del 2019 gracias a la mejora de las condiciones del mercado laboral, con una tasa de paro del 7,4%, el nivel más bajo desde julio del 2008, y una de empleo que sigue creciendo con 11 millones de empleados más que en el 2013.

En este sentido, y aunque los factores globales pesan sobre el crecimiento de la zona euro, «hay señales provisionales de estabilización». Los indicadores a futuro «se han vuelto un poco más optimistas». El índice PMI, que mide las expectativas del sector manufacturero, ha aumentado en estos últimos doce meses hasta su nivel más elevado en el último año y medio y aunque las incertidumbres globales siguen siendo altas, «las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China están remitiendo» aunque «otros riesgos aún persisten o, como la incertidumbre que rodea el impacto del coronavirus, son una fuente renovada de preocupación», admitió.

positivo / La principal consecuencia de esta situación es que la subida de los salarios no se ha trasladado a una de precios, de ahí que los niveles de la inflación siga siendo débiles, del 1,4% en enero. Esto hace que la Eurozona siga necesitando «el apoyo de la política monetaria» que, según el balance de la presidenta del BCE, sigue positivo. «Vemos que nuestra política de estímulos se está transmitiendo a las condiciones financieras más relevantes para la economía real. Según los últimos datos, «las tasas de préstamos para las empresas son casi 10 puntos básicos más bajas que hace un año y para los hogares 40 puntos más bajos y cerca del mínimo histórico», precisó.

Estas condiciones financieras favorables siguen permitiendo apoyar la inversión de empresas, el gasto de los consumidores y la construcción, compensando en parte el impacto negativo de la lenta evolución de la demanda mundial. No obstante, Lagarde recordó que el BCE se mantendrá «vigilante» ante los posibles efectos secundarios, y en particular, los bajos tipos de interés que aunque han beneficiado a la economía de la zona euro también podrían haber alentado una mayor toma de riesgos por parte de entidades bancarias.