A un bañista quizá le cueste notarlo, pero el agua de los lagos de todo el mundo se ha calentado desde 1985 dos grados de media, con lo que su temperatura ha aumentado más del doble de rápido que la de la atmósfera global, según un estudio divulgado ayer por la NASA. La agencia espacial ha medido la temperatura superficial del agua en 167 lagos mediante satélites.

Según el estudio, que se ha publicado en la revista Geophysical Research Letters , los lagos en los que más aumenta la temperatura son los del hemisferio norte, en especial los situados en latitudes medias y altas. El que más se ha calentado es el Ladoga, en Rusia, unos cuatro grados en estos 25 años, aunque aumentos similares se registran en el Omega y los grandes lagos suecos y finlandeses. En EEUU, el Tahoe ha sufrido una subida de tres grados.

Por zonas, en Europa es donde más se aprecia el fenómeno, aunque en el sur del continente (áreas de influencia de los mares Negro y Caspio) el proceso es menos acusado. Al este de Kazajistán, en Siberia, Mongolia y el norte de China vuelve el calentamiento elevado. En Norteamérica, los lagos que más se calientan son los del suroeste de EEUU, a un ritmo algo superior al de los Grandes Lagos del norte. El aumento es mucho más débil en los trópicos y en el hemisferio sur, como sucede en el lago Victoria y el Titicaca.

Los investigadores usaron tecnología de infrarrojos de la Agencia Nacional del Océano y la Atmósfera (NOAA, por sus siglas en inglés) y de la Agencia Europea del Espacio (ESA). Debido a la dificultad de recoger datos cuando los lagos están helados o cubiertos por nubes, se centraron en temperaturas de verano --de julio a septiembre en el hemisferio norte y de enero a marzo en el sur-- y las tomaron solo por la noche. Según la NASA, los resultados del estudio son asimilables a los cambios asociados al calentamiento global

"Este análisis ofrece una fuente de datos nuevos e independientes para evaluar el cambio climático --dice Philipp Schneider, coautor del estudio--. Lo observado tiene consecuencias para los ecosistemas de los lagos, a los que pueden afectar negativamente incluso cambios pequeños de la temperatura". Por ejemplo, un ligero calentamiento puede bastar para desatar una proliferación de algas que convierta el lago en tóxico para los peces o favorecer la introducción de especies no autóctonas que alteren el equilibrio natural.