Tal vez a Israel Lancho, rememorando la célebre frase de Fray Luis de León cuando volvió a su cátedra, podría decir eso de "Decíamos ayer.. ".

Ese ayer fue el 27 de mayo, cuando sufrió una corrida espeluznante en Madrid. Entonces acudió a Las Ventas poco toreado pero pletórico de valor, ambición y ganas de querer ser torero.

Ayer Israel volvió a la vida taurina y lo hizo con las mismas premisas, por lo que la gran tarde de toros que dio en Almendralejo bien supone una continuidad con ese ayer reciente, mas felizmente superado.

Bravura

Para la ocasión se lidió una gran corrida de toros, de encaste Murube, que lucía el hierro de un gran ganadero extremeño: Luis Albarrán. Un encierro que tuvo fachada, armónicas hechuras, en el tipo de su encaste, calidad en diversas fases y también bravura, más pastueña como la del tercero y quinto, y más encastada, de la que hizo gala el sexto.

Por número de trofeos Israel Lancho fue el triunfador, pero también lo fue por disposición. Tuvo un gran lote, pues sorteó un primero noble aunque no sobrado de fuerzas, y un muy buen quinto, un animal que regaló muy buenas embestidas y al que se le dio la vuelta al ruedo en el arrastre.

Lancho a ambos toros los toreó con el capote. A la verónica a uno y por chicuelitas al otro. En ambos casos inició sus faenas haciendo gala de su proverbial aguante, pues de tal guisa fueron los cambiados por la espalda en un caso y los estatuarios en otro. Después llevó a cabo dos trasteos de distinto signo: más de cercanías ante el segundo de la tarde, al que costaba repetir, y dando sitio al quinto, al que se traía y le dejaba puesta la muleta en la cara.

Como estuvo espléndido con la espada, el público le correspondió con las dos orejas de su primero y los máximos trofeos del quinto.

Jairo Miguel estuvo muy bien ante el tercero, un astado noble y de mucha clase. Precioso fue el inicio de faena con pases cambiados y andándolo hacia los medios. Muy expresivo en su toreo el cacereño, logró series en redondo con la diestra muy conseguidas. Pero este joven torero debe de mejorar con la espada, pues se deja el brazo atrás, y lo que hubiera sido un triunfo quedó en una vuelta de consolación. El sexto tenía mucho que torear. Con él Jairo Miguel anduvo tiempo en la cara, sin que la faena levantara el vuelo.

A hombros

También salió a hombros el linarense Curro Díaz, en lo que fue un premio excesivo. En la faena al que abrió plaza, que pronto se vino a menos, hubo una buena serie con la diestra y pronto se diluyó. Ante el cuarto, noble pero un punto sosote, hubo un toreo bien compuesto pero despegado, que remató con una gran estocada.