El escritor Luis Landero auguró hoy un "preocupante destino" a la enseñanza pública española, que considera relegada a "las clases desprotegidas", como los inmigrantes. "Quien quiera enseñanza de calidad a partir de ahora, tendrá que pagarla", advirtió, porque "la pública, que siempre ha sido digna, se está dejando de la mano de Dios".

Landero también lanzó una crítica contra la desaparición de la enseñanza de literatura en el bachillerato, afirmando que "se está disolviendo en la lengua" debido a los planes de estudio que aúnan ambas asignaturas, antes separadas. Así, se mostró pesimista en cuanto al futuro de la literatura, pues señaló que "los lectores se hacen en las escuelas".

Por el contrario, el escritor resaltó la importancia de la literatura, señalando que ésta "nos pone en contacto con el misterio esencial de vivir". Para él, vincularla exclusivamente con el entretenimiento "supone una perversión", pues explicó que mediante ella es posible "conocer las capas profundas de la realidad que están entreveladas".

Además, Landero destacó que escribir constituye una "acción muy solitaria", y aseguró que los autores "tienen que asumir esa soledad", preservándose de "la codicia, el éxito y la constante presencia en los medios". Según él, estos factores, lejos de añadir algo a la escritura, se convierte en algo "tremendamente adictivo, porque cuando se conoce, no se quiere dejar".

EDUCAR LA MIRADA

También apuntó que el éxito "no da seguridad" al literato, pues explicó que es algo que "se tiene o no", independientemente del reconocimiento que pueda recibir por sus publicaciones o los premios con los que haya sido galardonado el autor.

Landero se encuentra durante esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo impartiendo el taller literario El arte de novelar , a través del que pretende "fomentar algunas de las cualidades del escritor" a los participantes, aclaró.

Para él, resulta de gran relevancia la capacidad de observación, pues "el escritor tiene que educar su mirada", apuntó, "y potenciar su imaginación, que supone la virtud esencial del literato". Según él, es el "tamiz" a través del que pasa la realidad, pues a pesar de que ésta permite al autor "llenar sus alforjas", Landero explicó que "no se puede trasladar tal cual a la literatura", porque "funciona con otras reglas", agregó.